Imagen: DreamsTime
He leído con sumo interés el artículo Triunfa la ciencia inspirada en la naturaleza firmado por Pablo Javier Piacente. En él nos presenta algunos de los avances que se han conseguido en 2020 en diferentes campos, cosa muy de agradecer.
Además de ponerme al día, me ha servido para hacer una reflexión que deseo compartir contigo: La biomímesis, ¿es emular, o es explotar a la naturaleza?. Parece un pequeño matiz, pero en función de la definición que escojamos estaremos posicionándonos como humildes aprendices o como generadores de negocio sin excesivos escrúpulos.
A fin de hablar todos de lo mismo, una buena práctica es definir adecuadamente los términos. De modo que he recurrido al DLE y copio aquí las definiciones más ajustadas a los efectos que nos ocupan:
Además de ponerme al día, me ha servido para hacer una reflexión que deseo compartir contigo: La biomímesis, ¿es emular, o es explotar a la naturaleza?. Parece un pequeño matiz, pero en función de la definición que escojamos estaremos posicionándonos como humildes aprendices o como generadores de negocio sin excesivos escrúpulos.
A fin de hablar todos de lo mismo, una buena práctica es definir adecuadamente los términos. De modo que he recurrido al DLE y copio aquí las definiciones más ajustadas a los efectos que nos ocupan:
Copiar: 4. Imitar la naturaleza en las obras de pintura y escultura. 6. Imitar o remedar a alguien. Inspirar 2. Infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas, designios, etc. 6. Sentirse motivado por alguien o algo para el desarrollo de la propia creación. Explotar: 1. Extraer de las minas la riqueza que contienen. 2. Sacar utilidad de un negocio o industria en provecho propio. 3. Utilizar abusivamente en provecho propio el trabajo o las cualidades de otra persona. Parece ser, pues, que copiar sería el primer peldaño de estos avances científicos y tecnológicos que se citan en el artículo, inspirar va más allá puesto que favorece la creatividad, y explotar nos remite al mundo del provecho económico puro y duro.
Si esto es así, entiendo que no todos los avances que se citan son biomiméticos. Tal como explica Lex Amore del Instituto de Biomimética, "la naturaleza es una fuente de inspiración para la ciencia, porque ha descubierto la forma en que la Tierra sustenta la vida". Janine Benyus lo hace de forma muy didáctica, si te interesa el tema te invito a consultar la página de Biomimicry Institute.
Si aceptamos este enfoque - y salvo que no haya comprendido adecuadamente el contenido de los artículos mencionados por Piacente -, estamos ante 3 descubrimientos que no son biomiméticos, uno dudoso (no he conseguido suficiente información) y dos que sí lo son:
No son biomiméticos:
a) La fruta durián para recargas de teléfonos móviles y coches eléctricos.
Esta fruta, originaria del sudeste asiático, es considerada en China un producto de lujo, lo que ha originado que en Tailandia su precio se haya decuplicado en los últimos años. Si ahora va a utilizarse para cargar la ingente cantidad de teléfonos y coches de nuestra cultura del derroche, es fácil imaginar qué va a ocurrir con el durián: inmensas plantaciones de explotación al modo del aceite de palma, una forma perfecta de arruinar la tierra, diezmar flora y fauna locales, empobrecer a la población y esquilmar el planeta.
b) El bambú como material de construcción para toda clase de edificaciones.
Esta planta propia de zonas tropicales y subtropicales tiene múltiples usos, y desde hace años se utiliza en la construcción porque el coste de la madera de bambú es bajo y no necesita pesticidas ni herbicidas. Además, puede crecer a razón de hasta un metro diario y absorber a la vez cantidad de anhídrido carbónico para mitigar el efecto invernadero. Y también presenta una cara menos amable: ya en 2005, el bambú se consideraba en algunos países "el oro verde" y "la base de la economía social", hasta el punto de que la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, ONUDI, preconizaba el incremento de su explotación. Es fácil imaginar qué ocurre cuando la producción se incrementa de acuerdo con criterios industriales: como en el caso anterior, las consecuencias para la biodiversidad y la salud del planeta son fatales. Ya solo nos faltaba que se propiciara la utilización del bambú para toda clase de edificaciones…
c) Sistema de sensores distribuidos mediante polillas.
Es un buen ejemplo de la visión antropocéntrica que corroe nuestra sociedad: los animales están ahí para nuestro uso y provecho y ni siquiera nos planteamos los nocivos efectos que la explotación animal provoca en el planeta. Una cosa es imitar lo que hacen algunos animales y otra muy distinta es explotar a los animales para nuestro beneficio. Está en la línea de los delfines utilizados en guerras para colocar bombas en los submarinos, y otras aberraciones que hemos cometido / cometemos cuando nos olvidamos de la ética.
Sí son biomiméticos:
1) Nuevos materiales para alimentar sin batería los dispositivos portátiles basados en perovskita sin plomo.
Parece un enfoque válido para orientar el modelo productivo de forma que promueva un verdadero desarrollo sostenible: a imitación de la naturaleza, que usa procesos químicos y materiales que son seguros para los seres vivos, y cuando la sustancia fabricada ya no es precisa, se degrada de forma que puede ser utilizada por otros seres o se reintegre en la naturaleza para formar parte de un nuevo ciclo de vida.
2) Optimización de rutas del transporte comercial en las ciudades al modo de organización de las hormigas.
Este planteamiento responde exactamente a la definición de inspirar: Sentirse motivado por alguien o algo para el desarrollo de la propia creación. Las hormigas, las abejas y otros insectos están resultando unos magníficos maestros en los que inspirarnos para conseguir productos y servicios eficientes y respetuosos con la naturaleza. Afortunadamente, cada vez hay más investigadores que se decantan por este tipo de ciencia, porque, como decía Einstein, mirar profundamente a la naturaleza es la forma de entender todo mucho mejor.
Para mí, la Biomimética es un enfoque relativamente novedoso y cautivador por la mezcla que supone de conocimiento de lo mejor de la naturaleza (cómo hace bien las cosas la naturaleza) y de ética (cómo hacemos bien las cosas los animales no humanos), al que procuro aportar mi granito de arena con reflexiones como Biomimetic Organisations: A Management Model that Learns from Nature, artículo que también fue divulgado por Tendencias21.
Si esto es así, entiendo que no todos los avances que se citan son biomiméticos. Tal como explica Lex Amore del Instituto de Biomimética, "la naturaleza es una fuente de inspiración para la ciencia, porque ha descubierto la forma en que la Tierra sustenta la vida". Janine Benyus lo hace de forma muy didáctica, si te interesa el tema te invito a consultar la página de Biomimicry Institute.
Si aceptamos este enfoque - y salvo que no haya comprendido adecuadamente el contenido de los artículos mencionados por Piacente -, estamos ante 3 descubrimientos que no son biomiméticos, uno dudoso (no he conseguido suficiente información) y dos que sí lo son:
No son biomiméticos:
a) La fruta durián para recargas de teléfonos móviles y coches eléctricos.
Esta fruta, originaria del sudeste asiático, es considerada en China un producto de lujo, lo que ha originado que en Tailandia su precio se haya decuplicado en los últimos años. Si ahora va a utilizarse para cargar la ingente cantidad de teléfonos y coches de nuestra cultura del derroche, es fácil imaginar qué va a ocurrir con el durián: inmensas plantaciones de explotación al modo del aceite de palma, una forma perfecta de arruinar la tierra, diezmar flora y fauna locales, empobrecer a la población y esquilmar el planeta.
b) El bambú como material de construcción para toda clase de edificaciones.
Esta planta propia de zonas tropicales y subtropicales tiene múltiples usos, y desde hace años se utiliza en la construcción porque el coste de la madera de bambú es bajo y no necesita pesticidas ni herbicidas. Además, puede crecer a razón de hasta un metro diario y absorber a la vez cantidad de anhídrido carbónico para mitigar el efecto invernadero. Y también presenta una cara menos amable: ya en 2005, el bambú se consideraba en algunos países "el oro verde" y "la base de la economía social", hasta el punto de que la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, ONUDI, preconizaba el incremento de su explotación. Es fácil imaginar qué ocurre cuando la producción se incrementa de acuerdo con criterios industriales: como en el caso anterior, las consecuencias para la biodiversidad y la salud del planeta son fatales. Ya solo nos faltaba que se propiciara la utilización del bambú para toda clase de edificaciones…
c) Sistema de sensores distribuidos mediante polillas.
Es un buen ejemplo de la visión antropocéntrica que corroe nuestra sociedad: los animales están ahí para nuestro uso y provecho y ni siquiera nos planteamos los nocivos efectos que la explotación animal provoca en el planeta. Una cosa es imitar lo que hacen algunos animales y otra muy distinta es explotar a los animales para nuestro beneficio. Está en la línea de los delfines utilizados en guerras para colocar bombas en los submarinos, y otras aberraciones que hemos cometido / cometemos cuando nos olvidamos de la ética.
Sí son biomiméticos:
1) Nuevos materiales para alimentar sin batería los dispositivos portátiles basados en perovskita sin plomo.
Parece un enfoque válido para orientar el modelo productivo de forma que promueva un verdadero desarrollo sostenible: a imitación de la naturaleza, que usa procesos químicos y materiales que son seguros para los seres vivos, y cuando la sustancia fabricada ya no es precisa, se degrada de forma que puede ser utilizada por otros seres o se reintegre en la naturaleza para formar parte de un nuevo ciclo de vida.
2) Optimización de rutas del transporte comercial en las ciudades al modo de organización de las hormigas.
Este planteamiento responde exactamente a la definición de inspirar: Sentirse motivado por alguien o algo para el desarrollo de la propia creación. Las hormigas, las abejas y otros insectos están resultando unos magníficos maestros en los que inspirarnos para conseguir productos y servicios eficientes y respetuosos con la naturaleza. Afortunadamente, cada vez hay más investigadores que se decantan por este tipo de ciencia, porque, como decía Einstein, mirar profundamente a la naturaleza es la forma de entender todo mucho mejor.
Para mí, la Biomimética es un enfoque relativamente novedoso y cautivador por la mezcla que supone de conocimiento de lo mejor de la naturaleza (cómo hace bien las cosas la naturaleza) y de ética (cómo hacemos bien las cosas los animales no humanos), al que procuro aportar mi granito de arena con reflexiones como Biomimetic Organisations: A Management Model that Learns from Nature, artículo que también fue divulgado por Tendencias21.