Foto: Kazuend. Unplash.
El privilegio del poder
Tal como hemos venido apuntando en informes precedentes, caminamos como sociedad global hacia el colapso, y por el momento no parece que estemos siendo capaces de corregir ese rumbo.
Nuestro conocimiento disponible también nos permite apuntar que las raíces de esta situación no se enmarcan en nuestros conocimientos técnicos o científicos. Tenemos respuestas claras sobre cómo reconducir el devenir de nuestras sociedades: el problema es que no estamos siendo capaces de tomar las decisiones adecuadas.
También hemos mostrado que una de nuestras singularidades como especie es la capacidad de colaborar a gran escala a través de la generación de mitos compartidos. Relatos simbólicos que configuran nuestras cosmovisiones de la realidad, dan contenido a nuestra cultura y en última instancia sentido a nuestras acciones.
La oportunidad radica en darnos cuenta de esta realidad, de que no vemos la cultura que nos rodea, pero es, sin embargo, nuestro medio. Nos pasa como a los peces, que no ven el agua en la que nadan.
¿Sobre qué mitos se sustenta esta cultura que compartimos y que nos está llevando al colapso planetario?
Entendemos que un mito sustancial subyace en conceptualizar el poder y la autoridad como dominio, como el ejercicio individual del propio poder, por sí mismo y para sí mismo. Esta concepción del poder ha sido ampliamente impulsada por una visión individualista del mundo, en la que la legitimidad de la defensa de los propios intereses no tiene límite y para el cual, lógicamente, las empresas están para maximizar el beneficio de sus accionistas.
Esta manera de simbolizar el poder y la autoridad está tan extendida que es muy probable que, si preguntamos a cualquier persona a nuestro alrededor quién es el rey de la selva, con toda seguridad nos responda que el león, símbolo de ese tipo de dominio sobre todo lo que se le antoje, análoga de la cosmovisión con la que se enmarca a los grandes magnates de nuestra economía. Esa es el agua en la que nadamos.
Sin embargo, muy cerca vemos ya las desastrosas consecuencias que tiene bregar bajo este mito. No hay león que pueda sobrevivir al colapso del ecosistema en el que vive. No hay lugar para el desarrollo del propio poder si el contexto de nuestras vidas colapsa.
Como ya se sabe desde que el naturalista Piotr Kropotkin publicó Apoyo mutuo en 1902, en situaciones hostiles, los organismos que mejor sobreviven no son los más fuertes, sino los que más cooperan.
Si nos enfocamos, ahora, en la necesaria transición de nuestra sociedad global hacia un modelo viable, ya apuntamos con anterioridad que, en el ecosistema social que somos, en la red de nodos, existen unos nodos singulares, poderosos, por su capacidad de irradiar cultura, reforzando la existente o introduciendo nuevos mitos. Estos nodos los ocupan las personas influyentes, bien por su autoridad formal, moral o legítima, por ser reconocidas como tales por su entorno.
Cómo interpretamos colectivamente el poder y el sentido que le damos al mismo encierra una gran oportunidad para seguir reproduciendo el modelo de sociedad que tiende al colapso, o para la transformación y la transición de nuestras sociedades hacia un modelo resiliente capaz de sobrellevar y sobrevivir ante la adversidad climática. Necesitamos nuevos mitos colectivos sobre el poder y los privilegios que superen el paradigma de «El león es el rey de la selva», pues es el único rey absoluto de la selva es la misma selva.
Como apunta el biólogo Pablo Servige, coautor de La ayuda mutua, la otra ley de la selva (2019): «la tarea es ardua, porque la ideología de la competencia generalizada es muy poderosa», cambiar la narrativa, los mitos que sustentan esa ideología, puede detonar cambios, por ejemplo, sabiendo que está demostrado que: «si un bosque es resiliente [que se adapta a las situaciones adversas], es porque los árboles viejos, sólidos, fuertes y vigorosos, se hacen cargo y transmiten nutrientes a través de las raíces a los árboles jóvenes, a los más débiles, e incluso entre diferentes especies. Comprender eso cambia nuestra visión del mundo». (1)
Nuestro conocimiento disponible también nos permite apuntar que las raíces de esta situación no se enmarcan en nuestros conocimientos técnicos o científicos. Tenemos respuestas claras sobre cómo reconducir el devenir de nuestras sociedades: el problema es que no estamos siendo capaces de tomar las decisiones adecuadas.
También hemos mostrado que una de nuestras singularidades como especie es la capacidad de colaborar a gran escala a través de la generación de mitos compartidos. Relatos simbólicos que configuran nuestras cosmovisiones de la realidad, dan contenido a nuestra cultura y en última instancia sentido a nuestras acciones.
La oportunidad radica en darnos cuenta de esta realidad, de que no vemos la cultura que nos rodea, pero es, sin embargo, nuestro medio. Nos pasa como a los peces, que no ven el agua en la que nadan.
¿Sobre qué mitos se sustenta esta cultura que compartimos y que nos está llevando al colapso planetario?
Entendemos que un mito sustancial subyace en conceptualizar el poder y la autoridad como dominio, como el ejercicio individual del propio poder, por sí mismo y para sí mismo. Esta concepción del poder ha sido ampliamente impulsada por una visión individualista del mundo, en la que la legitimidad de la defensa de los propios intereses no tiene límite y para el cual, lógicamente, las empresas están para maximizar el beneficio de sus accionistas.
Esta manera de simbolizar el poder y la autoridad está tan extendida que es muy probable que, si preguntamos a cualquier persona a nuestro alrededor quién es el rey de la selva, con toda seguridad nos responda que el león, símbolo de ese tipo de dominio sobre todo lo que se le antoje, análoga de la cosmovisión con la que se enmarca a los grandes magnates de nuestra economía. Esa es el agua en la que nadamos.
Sin embargo, muy cerca vemos ya las desastrosas consecuencias que tiene bregar bajo este mito. No hay león que pueda sobrevivir al colapso del ecosistema en el que vive. No hay lugar para el desarrollo del propio poder si el contexto de nuestras vidas colapsa.
Como ya se sabe desde que el naturalista Piotr Kropotkin publicó Apoyo mutuo en 1902, en situaciones hostiles, los organismos que mejor sobreviven no son los más fuertes, sino los que más cooperan.
Si nos enfocamos, ahora, en la necesaria transición de nuestra sociedad global hacia un modelo viable, ya apuntamos con anterioridad que, en el ecosistema social que somos, en la red de nodos, existen unos nodos singulares, poderosos, por su capacidad de irradiar cultura, reforzando la existente o introduciendo nuevos mitos. Estos nodos los ocupan las personas influyentes, bien por su autoridad formal, moral o legítima, por ser reconocidas como tales por su entorno.
Cómo interpretamos colectivamente el poder y el sentido que le damos al mismo encierra una gran oportunidad para seguir reproduciendo el modelo de sociedad que tiende al colapso, o para la transformación y la transición de nuestras sociedades hacia un modelo resiliente capaz de sobrellevar y sobrevivir ante la adversidad climática. Necesitamos nuevos mitos colectivos sobre el poder y los privilegios que superen el paradigma de «El león es el rey de la selva», pues es el único rey absoluto de la selva es la misma selva.
Como apunta el biólogo Pablo Servige, coautor de La ayuda mutua, la otra ley de la selva (2019): «la tarea es ardua, porque la ideología de la competencia generalizada es muy poderosa», cambiar la narrativa, los mitos que sustentan esa ideología, puede detonar cambios, por ejemplo, sabiendo que está demostrado que: «si un bosque es resiliente [que se adapta a las situaciones adversas], es porque los árboles viejos, sólidos, fuertes y vigorosos, se hacen cargo y transmiten nutrientes a través de las raíces a los árboles jóvenes, a los más débiles, e incluso entre diferentes especies. Comprender eso cambia nuestra visión del mundo». (1)
Un poder consciente de su privilegio y su interdependencia
David Marcu. Unplash
¿Qué otros mitos podemos introducir para resignificar el poder, y ponerlo al servicio de nuestra supervivencia?
Atendiendo al conocimiento que ya como sociedad atesoramos, el primer paso es la consciencia de nuestra interdependencia y, entonces, la relatividad y vulnerabilidad de nuestros privilegios.
Todo poder se sustenta en un privilegio otorgado por la vida, por nuestras propias vidas que nos han posicionado en un lugar privilegiado, en un tiempo privilegiado, con unas cualidades y capacidades concretas, que también contribuyen a nuestra situación de privilegio y, en todo caso, siempre, sustentados por el resto de las formas de vida que nos rodean.
Como tan sabiamente apunta el ecofeminismo, nuestras sociedades son sustentadas por unas redes de cuidados invisibles, no por no ser reales o no estar delante de nuestros ojos, sino porque nuestro modelo cultural no nos permite verlas.
No hay una sola persona en nuestro planeta, ni la más rica o poderosa, que no dependa de otras personas y de otras formas de vida para su sustento. Para comer, para vestirse, para descansar, para tener un lugar donde cobijarse. No ver esa realidad es mera inconsciencia.
En consecuencia, para poder construir un mito sobre el poder y la autoridad que nos permitan bregar hacia un futuro viable, necesariamente, ese mito deberá reconocer la naturaleza de su poder como privilegio. Un privilegio, el poder, que se sustenta en la red de vida que sostiene ese poder.
Y entonces, y actuando en consecuencia de esta consciencia, ese poder ha de ejercerse también para corresponder a esa red de vida que le sustenta. Ha de ser un poder que cuide la vida, para poder ser.
No es un mito nuevo, como especie ya lo conocemos. Está en muchas culturas, en algunas de ellas lo denominan ubuntu.
La naturaleza de la desigualdad
La malla social que sustenta las experiencias de vida de todo ser humano nunca ha sido plana, unidimensional ni homogénea. La desigualdad es universal, existe y ha existido en todas las sociedades, por lo que podría entenderse como antinatural la búsqueda de una sociedad absolutamente igualitaria.
Toda sociedad tiene algún sistema de desigualdad social a través del cual distribuye de forma desigual el acceso a ciertos privilegios materiales o simbólicos. La desigualdad es también una constante en la realidad social humana, aunque el significado de los privilegios, sus consecuencias y su distribución varían enormemente. Lo que quizás no hayamos vivido hasta ahora es alcanzar unas cotas de desigualdad tan obscenas, bajo un modelo cultural que lo nutra de forma tan evidente (Oxfam, 2020) (2).
Las jerarquías existen, pero cabe distinguir las que son de dominio (ejercer el poder sobre otros para salvaguardar los propios privilegios transgrediendo la ley de la selva que permite que sobrevivan los organismos que cooperan), y las que son de sentido (las posiciones jerárquicas que usan su poder para el desarrollo y bienestar del grupo, y por ende para la supervivencia también de sí mismas) (3).
El rey de la selva es el bosque
Si reconocemos el poder de los mitos para configurar nuestra cultura y nuestra manera de colaborar a gran escala, y si advertimos que el mito del poder es una pieza clave para reconfigurar nuestra cultura global hacia la supervivencia, proponemos, como punto de partida, redefinir el reinado de la selva.
Entendemos que este reinado, consciente de cómo la vida nos privilegia con su capacidad de sustentarnos y de crear condiciones favorables para que podamos vivir, ha de ser ostentado por alguna forma de vida que simbolice precisamente eso. Y un ejemplo claro son el bosque y los árboles.
Los árboles, como seres vivos, tienen una asombrosa capacidad de transformar su entorno inmediato para generar condiciones favorables para la vida. Sus raíces transforman el suelo, mejorando su estructura y su capacidad para regular el paso del agua a su través.
Sus copas generan sombra, regulando el clima, absorben CO2 y generan oxígeno, que muchos otros seres vivos respiramos, protegen el suelo de la desecación y de la acción erosiva de la lluvia, lo nutren con sus hojas marchitas permitiendo que en él se desarrollen infinidad de formas de vida que, a su vez, acaban mejorando el suelo para el propio árbol. Incluso durante su muerte y descomposición, seguirá generando nuevos microhábitats para el desarrollo de formas de vida adaptadas a su descomposición.
En definitiva, los árboles y en mayor escala, los bosques, corresponden al privilegio de su poder, de transformarse en un ser vivo de grandes dimensiones, cuidando de múltiples maneras la vida que le rodea, generando condiciones favorables para su desarrollo.
Construyamos la cultura que nos permita regenerar el planeta. Elijamos al bosque como Rey de la Selva.
Nueva perspectiva frente a la crisis
Con esta nueva reflexión, el Club Nuevo Mundo aporta una perspectiva científica y social a los fundamentos que entendemos necesarios para responder con eficacia a los desafíos globales que afrontamos como especie.
Esta reflexión ha sido elaborada por un conjunto de expertos sociales reunidos por el Club Nuevo Mundo, con la finalidad de aportar perspectivas rigurosas a la solución de los problemas globales.
El Club Nuevo Mundo es una iniciativa de Tendencias21 (Prensa Ibérica) que reúne a expertos y científicos de primer nivel para, desde el diálogo ciencia-sociedad, aportar visiones y soluciones rigurosas e innovadoras a los problemas globales.
Atendiendo al conocimiento que ya como sociedad atesoramos, el primer paso es la consciencia de nuestra interdependencia y, entonces, la relatividad y vulnerabilidad de nuestros privilegios.
Todo poder se sustenta en un privilegio otorgado por la vida, por nuestras propias vidas que nos han posicionado en un lugar privilegiado, en un tiempo privilegiado, con unas cualidades y capacidades concretas, que también contribuyen a nuestra situación de privilegio y, en todo caso, siempre, sustentados por el resto de las formas de vida que nos rodean.
Como tan sabiamente apunta el ecofeminismo, nuestras sociedades son sustentadas por unas redes de cuidados invisibles, no por no ser reales o no estar delante de nuestros ojos, sino porque nuestro modelo cultural no nos permite verlas.
No hay una sola persona en nuestro planeta, ni la más rica o poderosa, que no dependa de otras personas y de otras formas de vida para su sustento. Para comer, para vestirse, para descansar, para tener un lugar donde cobijarse. No ver esa realidad es mera inconsciencia.
En consecuencia, para poder construir un mito sobre el poder y la autoridad que nos permitan bregar hacia un futuro viable, necesariamente, ese mito deberá reconocer la naturaleza de su poder como privilegio. Un privilegio, el poder, que se sustenta en la red de vida que sostiene ese poder.
Y entonces, y actuando en consecuencia de esta consciencia, ese poder ha de ejercerse también para corresponder a esa red de vida que le sustenta. Ha de ser un poder que cuide la vida, para poder ser.
No es un mito nuevo, como especie ya lo conocemos. Está en muchas culturas, en algunas de ellas lo denominan ubuntu.
La naturaleza de la desigualdad
La malla social que sustenta las experiencias de vida de todo ser humano nunca ha sido plana, unidimensional ni homogénea. La desigualdad es universal, existe y ha existido en todas las sociedades, por lo que podría entenderse como antinatural la búsqueda de una sociedad absolutamente igualitaria.
Toda sociedad tiene algún sistema de desigualdad social a través del cual distribuye de forma desigual el acceso a ciertos privilegios materiales o simbólicos. La desigualdad es también una constante en la realidad social humana, aunque el significado de los privilegios, sus consecuencias y su distribución varían enormemente. Lo que quizás no hayamos vivido hasta ahora es alcanzar unas cotas de desigualdad tan obscenas, bajo un modelo cultural que lo nutra de forma tan evidente (Oxfam, 2020) (2).
Las jerarquías existen, pero cabe distinguir las que son de dominio (ejercer el poder sobre otros para salvaguardar los propios privilegios transgrediendo la ley de la selva que permite que sobrevivan los organismos que cooperan), y las que son de sentido (las posiciones jerárquicas que usan su poder para el desarrollo y bienestar del grupo, y por ende para la supervivencia también de sí mismas) (3).
El rey de la selva es el bosque
Si reconocemos el poder de los mitos para configurar nuestra cultura y nuestra manera de colaborar a gran escala, y si advertimos que el mito del poder es una pieza clave para reconfigurar nuestra cultura global hacia la supervivencia, proponemos, como punto de partida, redefinir el reinado de la selva.
Entendemos que este reinado, consciente de cómo la vida nos privilegia con su capacidad de sustentarnos y de crear condiciones favorables para que podamos vivir, ha de ser ostentado por alguna forma de vida que simbolice precisamente eso. Y un ejemplo claro son el bosque y los árboles.
Los árboles, como seres vivos, tienen una asombrosa capacidad de transformar su entorno inmediato para generar condiciones favorables para la vida. Sus raíces transforman el suelo, mejorando su estructura y su capacidad para regular el paso del agua a su través.
Sus copas generan sombra, regulando el clima, absorben CO2 y generan oxígeno, que muchos otros seres vivos respiramos, protegen el suelo de la desecación y de la acción erosiva de la lluvia, lo nutren con sus hojas marchitas permitiendo que en él se desarrollen infinidad de formas de vida que, a su vez, acaban mejorando el suelo para el propio árbol. Incluso durante su muerte y descomposición, seguirá generando nuevos microhábitats para el desarrollo de formas de vida adaptadas a su descomposición.
En definitiva, los árboles y en mayor escala, los bosques, corresponden al privilegio de su poder, de transformarse en un ser vivo de grandes dimensiones, cuidando de múltiples maneras la vida que le rodea, generando condiciones favorables para su desarrollo.
Construyamos la cultura que nos permita regenerar el planeta. Elijamos al bosque como Rey de la Selva.
Nueva perspectiva frente a la crisis
Con esta nueva reflexión, el Club Nuevo Mundo aporta una perspectiva científica y social a los fundamentos que entendemos necesarios para responder con eficacia a los desafíos globales que afrontamos como especie.
Esta reflexión ha sido elaborada por un conjunto de expertos sociales reunidos por el Club Nuevo Mundo, con la finalidad de aportar perspectivas rigurosas a la solución de los problemas globales.
El Club Nuevo Mundo es una iniciativa de Tendencias21 (Prensa Ibérica) que reúne a expertos y científicos de primer nivel para, desde el diálogo ciencia-sociedad, aportar visiones y soluciones rigurosas e innovadoras a los problemas globales.
AUTORES DEL INFORME: COMITÉ DE EXPERTOS SOCIALES DEL CLUB NUEVO MUNDO
Káhina Santana Miranda
Es consultora y profesora asociada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, experta en procesos participativos, innovación social y cultura regenerativa.
Alicia Montesdeoca Rivero
Es socióloga especializada en cambio social y educación. Editora de Tendencias21 (Prensa Ibérica)
Yeray Martínez Montesdeoca
Es consultor, experto en liderazgo y gobernanza para la sostenibilidad y la transición ecológica a través de su firma Genea Consultores.
Mayte Márquez
Es consultora senior en DPMC Beyond Business, experta en transformación cultural y liderazgo centrado en el propósito.
Pepa Barral
Socia fundadora de Two Much Research Studio, es experta en “La escucha de la conversación social y en su interpretación”, aportando a la optimización de las relaciones entre marcas y ciudadanía.
Edita Olaizola
Es consultora de People plus Profit en Sostenibilidad, Responsabilidad Social y Ética. Ha diseñado un nuevo modelo de gestión corporativa denominado Biomimética Organizacional, o cómo las organizaciones aprenden de la naturaleza.
Alejandro Sacristán
Es consultor tecnológico, periodista especializado en divulgación científica, arte y tecnología, y asesor sobre el cambio climático.
Eduardo Martínez de la Fe
Es consultor de comunicación científico-técnica y periodista científico. Editor de Tendencias21 (Prensa Ibérica).
Es consultora y profesora asociada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, experta en procesos participativos, innovación social y cultura regenerativa.
Alicia Montesdeoca Rivero
Es socióloga especializada en cambio social y educación. Editora de Tendencias21 (Prensa Ibérica)
Yeray Martínez Montesdeoca
Es consultor, experto en liderazgo y gobernanza para la sostenibilidad y la transición ecológica a través de su firma Genea Consultores.
Mayte Márquez
Es consultora senior en DPMC Beyond Business, experta en transformación cultural y liderazgo centrado en el propósito.
Pepa Barral
Socia fundadora de Two Much Research Studio, es experta en “La escucha de la conversación social y en su interpretación”, aportando a la optimización de las relaciones entre marcas y ciudadanía.
Edita Olaizola
Es consultora de People plus Profit en Sostenibilidad, Responsabilidad Social y Ética. Ha diseñado un nuevo modelo de gestión corporativa denominado Biomimética Organizacional, o cómo las organizaciones aprenden de la naturaleza.
Alejandro Sacristán
Es consultor tecnológico, periodista especializado en divulgación científica, arte y tecnología, y asesor sobre el cambio climático.
Eduardo Martínez de la Fe
Es consultor de comunicación científico-técnica y periodista científico. Editor de Tendencias21 (Prensa Ibérica).
REFERENCIAS DOCUMENTALES
Bibliografía
Boehm, C. (1999). Jerarquía en el bosque: la evolución del comportamiento igualitario, Cambridge: Harvard University Press.
Gabarró, D. y López, J (2019): Las cosmovisiones sociales, la pieza que faltaba. Ed. Boira. Barcelona.
Kropotkin, P. 2016: El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Ed: Pepitas de Calabaza. Logroño.
Reseña de «l’Entraide, l’autre loi de la jungle» (Ayuda mutua, la otra ley de la selva). ESTHER OLIVER, Somos 15/15/17. Marzo 2021
Las desigualdades desde una perspectiva de complejidad: Hacia una epistemología teórico-normativa del conflicto social
Jorge Arzate Salgado. Universidad Autónoma del Estado de México (2019)
Notas al pie
Pablo Servigne: «La ley del más fuerte es un mito» Cinco datos escandalosos sobre la desigualdad extrema global y cómo combatirla (Oxfam, 2020) Gabarró, D. y López, J (2019): Las cosmovisiones sociales, la pieza que faltaba. Ed. Boira. Barcelona.
Informes anteriores del Comité de Expertos Sociales del Club Nuevo Mundo
Debemos recuperar el paraíso en la Tierra si queremos evitar el colapso (24/02/2021)
Vivimos un momento crítico lleno de posibilidades (17/02/2021)
Solo un cambio cultural nos sacará de la crisis global (3/02/2021)
Boehm, C. (1999). Jerarquía en el bosque: la evolución del comportamiento igualitario, Cambridge: Harvard University Press.
Gabarró, D. y López, J (2019): Las cosmovisiones sociales, la pieza que faltaba. Ed. Boira. Barcelona.
Kropotkin, P. 2016: El apoyo mutuo. Un factor de evolución. Ed: Pepitas de Calabaza. Logroño.
Reseña de «l’Entraide, l’autre loi de la jungle» (Ayuda mutua, la otra ley de la selva). ESTHER OLIVER, Somos 15/15/17. Marzo 2021
Las desigualdades desde una perspectiva de complejidad: Hacia una epistemología teórico-normativa del conflicto social
Jorge Arzate Salgado. Universidad Autónoma del Estado de México (2019)
Notas al pie
Pablo Servigne: «La ley del más fuerte es un mito» Cinco datos escandalosos sobre la desigualdad extrema global y cómo combatirla (Oxfam, 2020) Gabarró, D. y López, J (2019): Las cosmovisiones sociales, la pieza que faltaba. Ed. Boira. Barcelona.
Informes anteriores del Comité de Expertos Sociales del Club Nuevo Mundo
Debemos recuperar el paraíso en la Tierra si queremos evitar el colapso (24/02/2021)
Vivimos un momento crítico lleno de posibilidades (17/02/2021)
Solo un cambio cultural nos sacará de la crisis global (3/02/2021)
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