Históricamente, las pandemias habidas en la edad moderna, hasta ahora, no habían convulsionado a la sociedad, ni han modificado sus costumbres y pautas. La mal llamada gripe española, también de origen chino según se ha comprobado recientemente, de hace ya algo más de un siglo, posiblemente facilitó el fin de la Primera Guerra Mundial, pero no generó un cambio de tendencia de aquella sociedad-
Pero, en mi opinión, el momento actual es muy distinto, pues teníamos planteados números conflictos económicos y sociales en esa incipiente aldea global, y el impacto de la pandemia posiblemente nos haga reconsiderar muchos criterios y costumbres, que entendíamos intrínsecos a nuestro comportamiento vital. Cuestiones de actualidad, como la Sostenibilidad, la Economía Circular, la Industria 4.0, la Transición Energética, el Cambio Climático Antropogénico, etc… tendrán que ser reconsiderados y valorados de nuevo.
Por ejemplo, la paralización de la actividad humana en los países en los que ha sido decretado el estado de alarma, nos permite pensar que el llamado Cambio Climático Antropogénico, puede llegar a ser erradicado, ¿Pero a qué precio?
Sería negligente no ser conscientes de cómo va a reaccionar la población tras este desastre, evaluar las tendencias y nuestro futuro comportamientos social, intentando obtener una enseñanza de nuestra actual y triste situación, y de cómo hemos podido llegar a ella.
Ante el nuevo desafío al que nos enfrentamos: ¿Encontraremos un punto de equilibrio entre sostenibilidad, contaminación atmosférica y cambio climático? Además de también tener en cuenta que, para valorar la tendencia de esos profundos cambios de criterios, valores y actitudes que prevemos, es necesario incluir el impacto de la incipiente sociedad digital existente.
Y ese impacto, como ya decíamos en nuestro artículo anterior, no generará tendencia y cambios paulatinos, sino que, conmocionados por la pandemia, la población actuará de forma rápida y drástica. Un ejemplo de ello ha sido la adaptación al teletrabajo por múltiples empresas, llegando al convencimiento que este método de trabajo puede tener otras ventajas, además de evitar la trasmisión de los virus y enfermedades.
De un día para otro, con una tecnología existente barata y sencilla, muchos puestos de trabajo han cambiado de localización, intentando mantener a la empresa dando el servicio convenido. Y esta adaptación no ha sido dolorosa, ni difícil, pues muchos trabajadores se han adaptado a esta nueva situación sin gran esfuerzo, consiguiendo casi la normalidad del trabajo en su empresa. Es algo que dejará huella, y en la debida proporción, y cuando sea posible, cambiara las costumbres laborales
La condición humana se caracteriza por su capacidad de acomodación al medio y al momento. Somos seres adaptativos, que intentamos conciliarnos con nuestro hábitat, aunque en los últimos cincuenta años, posiblemente hayamos superado los límites admisibles de armonía.
La irrupción de ese nuevo agente patógeno va a acelerar esa capacidad de adaptabilidad, pues ahora somos más conscientes de los problemas que realmente tenemos y de los cambios que verdaderamente son necesarios. En primer lugar, debemos evitar que esta alarma sanitaria pueda volver a producirse, y existen factores de las nuevas tecnologías que pueden ayudar a evitarlo, y que pueden permitir una sociedad más justa, equilibrada y armónica.
Entre los distintos modelos de sociedad digital que se han desarrollado, pienso que nuestro deseo debería de ser que Europa pueda generar un territorio digital que mantenga sus actuales valores democráticos. La opción norteamericana de grandes plataformas digitales, con importante capitalización, dando servicio en todo el mundo, pero con sede en EEUU y tributando solo en ese país, no creo que la quieran compartir los ciudadanos del resto del mundo, y en mi opinión, traiciona la tradición liberal norteamericana.
Tampoco creo que aceptemos voluntariamente el sistema Chino de control policial del individuo, con su escala de reputación social, al que me he referido reiteradamente en estas páginas: Claves para comprender a los defensores de la democracia de extremo oriente I y II
El sistema de Crédito social, que está implantando el Gobierno Chino desde 2014, es un modelo de sociedad digital discriminante, basada en el poder tecnológico del estado. La dictadura comunista ha evolucionado hasta crear las condiciones para instaurar una dictadura digital, junto con una economía capitalista, con plataformas digitales, y una estructura institucional jerarquizada, que gobierna sin oposición política.
Aunque esa sociedad digital, ha respondido ante la catástrofe del Coronavirus de forma efectiva, permitiendo una favorable evolución en poco tiempo, no creo que les satisfaga a los europeos ese régimen policial, que utiliza como excusa y como baremo, la reputación social individual.
Desgraciadamente la historia parece favorecer el autoritarismo, que practica China, y además este país dispone de dinero para exportar e imponer su método coactivo en otros muchos países que compren su tecnología.
¿Y qué ocurrirá? No lo sabemos, pues dependerá del agregado de reacciones individuales, pero el análisis de la posible evolución futura de nuestro mundo, posiblemente lo conozcamos en pocos años.
Decíamos en nuestro escrito anterior que la actual emergencia sanitaria va a tener consecuencias graves, desiguales y duraderas en nuestra sociedad, y especialmente en las familias, y en el trabajo. Tendremos que cambiar algunas cuestiones estructurales: potenciar el campo, potenciar la industria, potenciar las nuevas tecnologías de informática, telecomunicación, inteligencia artificial, robotización, etc… Tendremos que seguir viviendo del turismo, pues ese es el mandato europeo que condicionó nuestra incorporación, pero no con el porcentaje en nuestra economía que ha tenido hasta ahora. Esperemos que los europeos sigan queriendo acudir a nuestras playas y a nuestras ciudades.
Por tanto, se plantea volver a una cierta autarquía, evitando deslocalizar todo lo que pueda hacerse en España, con el fin de no perder puestos de trabajo. Nos hemos dado cuenta, en esta crisis, que no sabemos ya hacer mascarillas, guantes, ropa protectora, y lo tenemos que comprar en China a altos precios, y nuestros enfermos dependen de que el fabricante, o su gobierno, accedan a vendérnoslo ¡Asombroso!
Realmente hemos sido negligentes en nuestra planificación estructural y laboral. Hemos aceptado la deslocalización de la fabricación y la perdida de puestos de trabajo sin el más mínimo control estratégico, y posiblemente sin suficiente lógica. Hemos llegado al contrasentido de participar en la fabricación del Airbus, pero no sabemos fabricar productos carentes de tecnología puntera, como respiradores, intubadores y ropa sanitaria, que apresuradamente tenemos que importar.
Ya se han hecho estimaciones económicas del coste de esta crisis sanitaria. Se sugiere una reducción del PIB del 10%. La crisis financiera del año 2008, genero una caída en 2009 del -3,8%, y tardamos más de ocho años en recuperarnos de aquel golpe. ¿Cuántos años necesitaremos para superar los resultados de la actual crisis?
Y otra consideración, no todos los pueblos son tan solidarios, y menos en época de crisis. Alemania y Holanda, no aceptan que la necesaria financiación de esa nueva deuda que necesitamos, sea financiada con eurobonos. No admiten ser todos solidarios en las deudas que se generarán, y sugieren que se dependa de los fondos presupuestarios europeos, y que cada uno aguante la tormenta con su propia vela….
Pero, en mi opinión, el momento actual es muy distinto, pues teníamos planteados números conflictos económicos y sociales en esa incipiente aldea global, y el impacto de la pandemia posiblemente nos haga reconsiderar muchos criterios y costumbres, que entendíamos intrínsecos a nuestro comportamiento vital. Cuestiones de actualidad, como la Sostenibilidad, la Economía Circular, la Industria 4.0, la Transición Energética, el Cambio Climático Antropogénico, etc… tendrán que ser reconsiderados y valorados de nuevo.
Por ejemplo, la paralización de la actividad humana en los países en los que ha sido decretado el estado de alarma, nos permite pensar que el llamado Cambio Climático Antropogénico, puede llegar a ser erradicado, ¿Pero a qué precio?
Sería negligente no ser conscientes de cómo va a reaccionar la población tras este desastre, evaluar las tendencias y nuestro futuro comportamientos social, intentando obtener una enseñanza de nuestra actual y triste situación, y de cómo hemos podido llegar a ella.
Ante el nuevo desafío al que nos enfrentamos: ¿Encontraremos un punto de equilibrio entre sostenibilidad, contaminación atmosférica y cambio climático? Además de también tener en cuenta que, para valorar la tendencia de esos profundos cambios de criterios, valores y actitudes que prevemos, es necesario incluir el impacto de la incipiente sociedad digital existente.
Y ese impacto, como ya decíamos en nuestro artículo anterior, no generará tendencia y cambios paulatinos, sino que, conmocionados por la pandemia, la población actuará de forma rápida y drástica. Un ejemplo de ello ha sido la adaptación al teletrabajo por múltiples empresas, llegando al convencimiento que este método de trabajo puede tener otras ventajas, además de evitar la trasmisión de los virus y enfermedades.
De un día para otro, con una tecnología existente barata y sencilla, muchos puestos de trabajo han cambiado de localización, intentando mantener a la empresa dando el servicio convenido. Y esta adaptación no ha sido dolorosa, ni difícil, pues muchos trabajadores se han adaptado a esta nueva situación sin gran esfuerzo, consiguiendo casi la normalidad del trabajo en su empresa. Es algo que dejará huella, y en la debida proporción, y cuando sea posible, cambiara las costumbres laborales
La condición humana se caracteriza por su capacidad de acomodación al medio y al momento. Somos seres adaptativos, que intentamos conciliarnos con nuestro hábitat, aunque en los últimos cincuenta años, posiblemente hayamos superado los límites admisibles de armonía.
La irrupción de ese nuevo agente patógeno va a acelerar esa capacidad de adaptabilidad, pues ahora somos más conscientes de los problemas que realmente tenemos y de los cambios que verdaderamente son necesarios. En primer lugar, debemos evitar que esta alarma sanitaria pueda volver a producirse, y existen factores de las nuevas tecnologías que pueden ayudar a evitarlo, y que pueden permitir una sociedad más justa, equilibrada y armónica.
Entre los distintos modelos de sociedad digital que se han desarrollado, pienso que nuestro deseo debería de ser que Europa pueda generar un territorio digital que mantenga sus actuales valores democráticos. La opción norteamericana de grandes plataformas digitales, con importante capitalización, dando servicio en todo el mundo, pero con sede en EEUU y tributando solo en ese país, no creo que la quieran compartir los ciudadanos del resto del mundo, y en mi opinión, traiciona la tradición liberal norteamericana.
Tampoco creo que aceptemos voluntariamente el sistema Chino de control policial del individuo, con su escala de reputación social, al que me he referido reiteradamente en estas páginas: Claves para comprender a los defensores de la democracia de extremo oriente I y II
El sistema de Crédito social, que está implantando el Gobierno Chino desde 2014, es un modelo de sociedad digital discriminante, basada en el poder tecnológico del estado. La dictadura comunista ha evolucionado hasta crear las condiciones para instaurar una dictadura digital, junto con una economía capitalista, con plataformas digitales, y una estructura institucional jerarquizada, que gobierna sin oposición política.
Aunque esa sociedad digital, ha respondido ante la catástrofe del Coronavirus de forma efectiva, permitiendo una favorable evolución en poco tiempo, no creo que les satisfaga a los europeos ese régimen policial, que utiliza como excusa y como baremo, la reputación social individual.
Desgraciadamente la historia parece favorecer el autoritarismo, que practica China, y además este país dispone de dinero para exportar e imponer su método coactivo en otros muchos países que compren su tecnología.
¿Y qué ocurrirá? No lo sabemos, pues dependerá del agregado de reacciones individuales, pero el análisis de la posible evolución futura de nuestro mundo, posiblemente lo conozcamos en pocos años.
Decíamos en nuestro escrito anterior que la actual emergencia sanitaria va a tener consecuencias graves, desiguales y duraderas en nuestra sociedad, y especialmente en las familias, y en el trabajo. Tendremos que cambiar algunas cuestiones estructurales: potenciar el campo, potenciar la industria, potenciar las nuevas tecnologías de informática, telecomunicación, inteligencia artificial, robotización, etc… Tendremos que seguir viviendo del turismo, pues ese es el mandato europeo que condicionó nuestra incorporación, pero no con el porcentaje en nuestra economía que ha tenido hasta ahora. Esperemos que los europeos sigan queriendo acudir a nuestras playas y a nuestras ciudades.
Por tanto, se plantea volver a una cierta autarquía, evitando deslocalizar todo lo que pueda hacerse en España, con el fin de no perder puestos de trabajo. Nos hemos dado cuenta, en esta crisis, que no sabemos ya hacer mascarillas, guantes, ropa protectora, y lo tenemos que comprar en China a altos precios, y nuestros enfermos dependen de que el fabricante, o su gobierno, accedan a vendérnoslo ¡Asombroso!
Realmente hemos sido negligentes en nuestra planificación estructural y laboral. Hemos aceptado la deslocalización de la fabricación y la perdida de puestos de trabajo sin el más mínimo control estratégico, y posiblemente sin suficiente lógica. Hemos llegado al contrasentido de participar en la fabricación del Airbus, pero no sabemos fabricar productos carentes de tecnología puntera, como respiradores, intubadores y ropa sanitaria, que apresuradamente tenemos que importar.
Ya se han hecho estimaciones económicas del coste de esta crisis sanitaria. Se sugiere una reducción del PIB del 10%. La crisis financiera del año 2008, genero una caída en 2009 del -3,8%, y tardamos más de ocho años en recuperarnos de aquel golpe. ¿Cuántos años necesitaremos para superar los resultados de la actual crisis?
Y otra consideración, no todos los pueblos son tan solidarios, y menos en época de crisis. Alemania y Holanda, no aceptan que la necesaria financiación de esa nueva deuda que necesitamos, sea financiada con eurobonos. No admiten ser todos solidarios en las deudas que se generarán, y sugieren que se dependa de los fondos presupuestarios europeos, y que cada uno aguante la tormenta con su propia vela….