El Club Nuevo Mundo es esa iniciativa, que convoca a pensadores, científicos y en general, a personas preocupadas con la evolución de las sociedades y que, conscientes de los graves problemas que actualmente se plantean, quieran contribuir a proponer ideas y preparar a la sociedad en su constante y necesaria evolución.
Las alteraciones del clima de la Tierra, han modificado históricamente el medio ambiente y el ecosistema, teniéndose que adaptara a ellas los seres vivos que la poblaban.
Pero hasta la fecha, esas alteraciones habían sido debidas a causas naturales. No obstante, desde hace pocos años, existen indicios de una profunda alteración de las condiciones ambientales sobre la Tierra, que pudiera ser debida a la acción del hombre.
Esta transformación global antrópica ha sido la primera preocupación del Club Nuevo Mundo. Las opiniones e ideas de los miembros de club, fueron analizadas por Víctor Valencia, quien redacto, ya en octubre del pasado año, el Primer Informe sobre el Impacto Antrópico (https://club.tendencias21.net/I-Informe-sobre-el-Impacto-Antropico_a41.html), que propone medidas prácticas para reducir la huella ecológica de ciudades, y pretende generar un modelo de acción de implantación directa y masiva, que ayude a revertir el proceso global de transformación, proponiendo una estrategia de posibles acciones a adoptar a nivel de municipios e instituciones.
Este informe, aunque redactado por Víctor Valencia, es el producto de sugerencias, meditaciones y razonamientos de los miembros del Club.
Esta es, precisamente, otra característica de esta iniciativa convocada por los editores de Tendencias21, al proponer una actuación de consciencia colectiva, pero también un análisis en grupo, creando tendencias así, como posibles soluciones, en una actuación de inteligencia colaborativa colectiva. Esta sabiduría de enjambre no es nueva, pero incorporar esta idea a este nuevo proyecto, disponiendo de Internet, personalmente creo que ha sido una magnifica iniciativa.
También el Club ha realizado otras muchas actividades, ha promovido un Premio de investigación científica:
https://www.tendencias21.net/Convocado-el-Premio-Antitesis-a-la-Teoria-de-Interacciones-Dinamicas-de-Gabriel-Barcelo_a44942.html, y, aunque indirectamente, ha participado en la edición de un libro que describe los orígenes y antecedentes de ese proyecto de investigación científica: Siempre es posible... Un nuevo paradigma:
https://www.tendencias21.net/libros/Siempre-es-posible-Un-nuevo-paradigma_a670.html.
Recientemente el Comité Científico del Club, codirigido por Eduardo Costas, Doctor en Biología, ha convocado la primera mesa redonda, para conocer las inquietudes de los expertos sobre los temas más apremiantes para la sociedad, particularmente en relación al cambio climático y a la desestructuración de nuestro mundo globalizado:
https://www.tendencias21.net/Hemos-perdido-el-control-sobre-la-ciencia-el-mercado-y-la-tecnologia_a45097.html
Pero, a pesar de los conflictos que nuestra sociedad actual afronta, debemos ser optimistas, incluso ante las resistencias de muchos políticos y de distintas naciones, a reconocerlos. Existen suficientes indicios que nos permiten estimar un descenso de la violencia humana y, simultáneamente, la mejora de las condiciones de vida. Podemos identificar esa tendencia con el progreso y con los valores de unas sociedades con mayor formación: la razón, la ciencia y el humanismo.
No obstante, determinados factores pueden obstaculizar esta deseada evolución de la condición humana, como el fundamentalismo religioso, el populismo en política y las críticas no objetivas a la ciencia.
En el análisis del Impacto Antrópico, disponemos de un sugerente caso semejante, que pudiera entenderse como un claro ejemplo precursor: La capa de ozono. El ozono es un gas existente en la atmosfera terrestre, cuya molécula contiene tres átomos de oxígeno, y que solo se mantiene estable en determinadas condiciones de presión y temperatura. El ozono se genera en la estratosfera terrestre por la acción de los fotones de luz ultravioleta, en un proceso fotoquímico que absorbe esa radiación, evitando que alcance en demasía, la superficie terrestre. Pero, además, la capa de ozono actúa como filtro de otras radiaciones nocivas, y de alta energía, que llegan a la atmosfera, actuando de escudo protector de la vida terrestre.
A finales del pasado siglo, fueron detectados desequilibrios y anomalías en el espesor de esta capa, que generaron estupor y preocupación, por lo que a nivel mundial, se establecieron estaciones de medición y seguimiento, obteniendo la conclusión de que dicha capa podía considerarse seriamente amenazada.
En 1985 fue firmada la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, estableciendo un marco internacional para la regulación de las sustancias que perturbaban la capa de ozono. La Asamblea General de las Naciones Unidas de 1987 acordó la firma del Protocolo de Montreal para la Preservación de la Capa de Ozono.
Se había deducido que la causa de este deterioro ambiental, era la excesiva emisión a la atmosfera de compuestos químicos clorofluorocarbonos CFC, usados en los circuitos frigorígenos como fluidos refrigerantes, propelentes, y fungicidas de suelo. Esta acción había provocado el aumento de la concentración de cloro y de bromo en la estratósfera, debido evidentemente, a las emisiones antrópicas de esos compuestos químicos.
Esos acuerdos internacionales para la reducción, o incluso eliminación, de los agentes químicos nocivos, generó un efecto positivo. Incluso fue acordada la prohibición de la fabricación y distribución de esos gases en todas las naciones, y el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida disminuyó. Se estima que la densidad de ozono atmosférico llegó a su mínimo en el año 2000, y a partir de esa fecha se ha ido recuperando.
Disponemos, por tanto, de un ejemplo de que una acción antrópica, que se demuestra perjudicial para la preservación de la vida, puede ser detectada y revertida por acuerdo de las naciones. Por todo ello, seamos prudentes, pero tengamos cierta esperanza…
En mi opinión, iniciativas como la del Club Nuevo Mundo, nos permiten generar una conciencia crítica, y participar conceptualmente en un cambio de tendencia, para ser más coherentes con la vida en nuestro planeta Tierra.
Las alteraciones del clima de la Tierra, han modificado históricamente el medio ambiente y el ecosistema, teniéndose que adaptara a ellas los seres vivos que la poblaban.
Pero hasta la fecha, esas alteraciones habían sido debidas a causas naturales. No obstante, desde hace pocos años, existen indicios de una profunda alteración de las condiciones ambientales sobre la Tierra, que pudiera ser debida a la acción del hombre.
Esta transformación global antrópica ha sido la primera preocupación del Club Nuevo Mundo. Las opiniones e ideas de los miembros de club, fueron analizadas por Víctor Valencia, quien redacto, ya en octubre del pasado año, el Primer Informe sobre el Impacto Antrópico (https://club.tendencias21.net/I-Informe-sobre-el-Impacto-Antropico_a41.html), que propone medidas prácticas para reducir la huella ecológica de ciudades, y pretende generar un modelo de acción de implantación directa y masiva, que ayude a revertir el proceso global de transformación, proponiendo una estrategia de posibles acciones a adoptar a nivel de municipios e instituciones.
Este informe, aunque redactado por Víctor Valencia, es el producto de sugerencias, meditaciones y razonamientos de los miembros del Club.
Esta es, precisamente, otra característica de esta iniciativa convocada por los editores de Tendencias21, al proponer una actuación de consciencia colectiva, pero también un análisis en grupo, creando tendencias así, como posibles soluciones, en una actuación de inteligencia colaborativa colectiva. Esta sabiduría de enjambre no es nueva, pero incorporar esta idea a este nuevo proyecto, disponiendo de Internet, personalmente creo que ha sido una magnifica iniciativa.
También el Club ha realizado otras muchas actividades, ha promovido un Premio de investigación científica:
https://www.tendencias21.net/Convocado-el-Premio-Antitesis-a-la-Teoria-de-Interacciones-Dinamicas-de-Gabriel-Barcelo_a44942.html, y, aunque indirectamente, ha participado en la edición de un libro que describe los orígenes y antecedentes de ese proyecto de investigación científica: Siempre es posible... Un nuevo paradigma:
https://www.tendencias21.net/libros/Siempre-es-posible-Un-nuevo-paradigma_a670.html.
Recientemente el Comité Científico del Club, codirigido por Eduardo Costas, Doctor en Biología, ha convocado la primera mesa redonda, para conocer las inquietudes de los expertos sobre los temas más apremiantes para la sociedad, particularmente en relación al cambio climático y a la desestructuración de nuestro mundo globalizado:
https://www.tendencias21.net/Hemos-perdido-el-control-sobre-la-ciencia-el-mercado-y-la-tecnologia_a45097.html
Pero, a pesar de los conflictos que nuestra sociedad actual afronta, debemos ser optimistas, incluso ante las resistencias de muchos políticos y de distintas naciones, a reconocerlos. Existen suficientes indicios que nos permiten estimar un descenso de la violencia humana y, simultáneamente, la mejora de las condiciones de vida. Podemos identificar esa tendencia con el progreso y con los valores de unas sociedades con mayor formación: la razón, la ciencia y el humanismo.
No obstante, determinados factores pueden obstaculizar esta deseada evolución de la condición humana, como el fundamentalismo religioso, el populismo en política y las críticas no objetivas a la ciencia.
En el análisis del Impacto Antrópico, disponemos de un sugerente caso semejante, que pudiera entenderse como un claro ejemplo precursor: La capa de ozono. El ozono es un gas existente en la atmosfera terrestre, cuya molécula contiene tres átomos de oxígeno, y que solo se mantiene estable en determinadas condiciones de presión y temperatura. El ozono se genera en la estratosfera terrestre por la acción de los fotones de luz ultravioleta, en un proceso fotoquímico que absorbe esa radiación, evitando que alcance en demasía, la superficie terrestre. Pero, además, la capa de ozono actúa como filtro de otras radiaciones nocivas, y de alta energía, que llegan a la atmosfera, actuando de escudo protector de la vida terrestre.
A finales del pasado siglo, fueron detectados desequilibrios y anomalías en el espesor de esta capa, que generaron estupor y preocupación, por lo que a nivel mundial, se establecieron estaciones de medición y seguimiento, obteniendo la conclusión de que dicha capa podía considerarse seriamente amenazada.
En 1985 fue firmada la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, estableciendo un marco internacional para la regulación de las sustancias que perturbaban la capa de ozono. La Asamblea General de las Naciones Unidas de 1987 acordó la firma del Protocolo de Montreal para la Preservación de la Capa de Ozono.
Se había deducido que la causa de este deterioro ambiental, era la excesiva emisión a la atmosfera de compuestos químicos clorofluorocarbonos CFC, usados en los circuitos frigorígenos como fluidos refrigerantes, propelentes, y fungicidas de suelo. Esta acción había provocado el aumento de la concentración de cloro y de bromo en la estratósfera, debido evidentemente, a las emisiones antrópicas de esos compuestos químicos.
Esos acuerdos internacionales para la reducción, o incluso eliminación, de los agentes químicos nocivos, generó un efecto positivo. Incluso fue acordada la prohibición de la fabricación y distribución de esos gases en todas las naciones, y el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida disminuyó. Se estima que la densidad de ozono atmosférico llegó a su mínimo en el año 2000, y a partir de esa fecha se ha ido recuperando.
Disponemos, por tanto, de un ejemplo de que una acción antrópica, que se demuestra perjudicial para la preservación de la vida, puede ser detectada y revertida por acuerdo de las naciones. Por todo ello, seamos prudentes, pero tengamos cierta esperanza…
En mi opinión, iniciativas como la del Club Nuevo Mundo, nos permiten generar una conciencia crítica, y participar conceptualmente en un cambio de tendencia, para ser más coherentes con la vida en nuestro planeta Tierra.