La razón ilustrada y la razón sensible
Vivimos en unos tiempos dramáticos. La sociedad mundial se enfrenta a grandes retos que son consecuencias no previstas por la acciones de los seres humanos durante los últimos siglos. En estas circunstancias a las que nos enfrentamos, hay que asumir que sobre la cultura occidental, representada por los países denominados desarrollados, pesa la mayor responsabilidad sobre lo que nos acontece a todos.
Sin embargo, las mayores catástrofes las sufren aquellos países que no han gozado de tanto protagonismo ni tienen tanta responsabilidad en lo que sucede: la inmensa mayoría de los pueblos asiáticos, africanos y americanos del centro y sur del planeta, así como las regiones más desfavorecidas de los países desarrollados.
La racionalidad ilustrada motora de nuestra cultura, eminentemente masculina, tiene dos polos: uno es el que permitió los avances científicos y tecnológicos de los que hoy se gozan, el otro, el que ignoró muchas veces por soberbia, las leyes que posee la Vida.
Esta racionalidad ilustrada ha arrasado, con su expansión y sus ansias de dominio y de control, los recursos propios y los ajenos, sin considerar las consecuencias que eso traería consigo y que hoy podemos medir, por su generación de sufrimiento y de destrucción sobre los seres vivos y los entornos naturales que los acogen.
Se puede argumentar, y es un buen argumento, que la ciencia y la tecnología tienen, gracias al esfuerzo ciego, capacidad para revertir en el presente los efectos no deseados.
Así puede ser, pero sólo si a los frutos de la razón ilustrada se le acompaña con la menospreciada o ninguneada razón sensible, aquella que, desde las cualidades de lo femenino, desde los principios de amor, respeto y agradecimiento a la Tierra y a la Vida que ella nutre, nos dota de empatía, cooperación y colaboración con todos y hacia todos.
Esa simbiosis entre la razón ilustrada y la razón sensible generará una interacción nueva, creadora de más vida, que integre a todos los seres humanos y sus culturas, respetando y cuidando este hermoso y generoso hogar que llamamos Tierra y a todos sus habitantes.
Hoy, con la presentación de la obra de Rafael Martínez-Cortiña (Tu) Nación Digital, se pone en marcha un proceso innovador de aprendizaje cultural, donde ambas formas de creación humanas (la razón ilustrada y la razón sensible) se integran.
¡Manos a la obra y compartamos las experiencias y los conocimientos que de ella se deriven, para propiciar más esperanza en el futuro humano!
Vivimos en unos tiempos dramáticos. La sociedad mundial se enfrenta a grandes retos que son consecuencias no previstas por la acciones de los seres humanos durante los últimos siglos. En estas circunstancias a las que nos enfrentamos, hay que asumir que sobre la cultura occidental, representada por los países denominados desarrollados, pesa la mayor responsabilidad sobre lo que nos acontece a todos.
Sin embargo, las mayores catástrofes las sufren aquellos países que no han gozado de tanto protagonismo ni tienen tanta responsabilidad en lo que sucede: la inmensa mayoría de los pueblos asiáticos, africanos y americanos del centro y sur del planeta, así como las regiones más desfavorecidas de los países desarrollados.
La racionalidad ilustrada motora de nuestra cultura, eminentemente masculina, tiene dos polos: uno es el que permitió los avances científicos y tecnológicos de los que hoy se gozan, el otro, el que ignoró muchas veces por soberbia, las leyes que posee la Vida.
Esta racionalidad ilustrada ha arrasado, con su expansión y sus ansias de dominio y de control, los recursos propios y los ajenos, sin considerar las consecuencias que eso traería consigo y que hoy podemos medir, por su generación de sufrimiento y de destrucción sobre los seres vivos y los entornos naturales que los acogen.
Se puede argumentar, y es un buen argumento, que la ciencia y la tecnología tienen, gracias al esfuerzo ciego, capacidad para revertir en el presente los efectos no deseados.
Así puede ser, pero sólo si a los frutos de la razón ilustrada se le acompaña con la menospreciada o ninguneada razón sensible, aquella que, desde las cualidades de lo femenino, desde los principios de amor, respeto y agradecimiento a la Tierra y a la Vida que ella nutre, nos dota de empatía, cooperación y colaboración con todos y hacia todos.
Esa simbiosis entre la razón ilustrada y la razón sensible generará una interacción nueva, creadora de más vida, que integre a todos los seres humanos y sus culturas, respetando y cuidando este hermoso y generoso hogar que llamamos Tierra y a todos sus habitantes.
Hoy, con la presentación de la obra de Rafael Martínez-Cortiña (Tu) Nación Digital, se pone en marcha un proceso innovador de aprendizaje cultural, donde ambas formas de creación humanas (la razón ilustrada y la razón sensible) se integran.
¡Manos a la obra y compartamos las experiencias y los conocimientos que de ella se deriven, para propiciar más esperanza en el futuro humano!