NUEVO MUNDO





Edita Olaizola
14/04/2020

Estamos en las postrimerías del gran partido global disputado entre el Dinero y la Naturaleza. Hasta el momento gana el Dinero. ¿Nos dará tiempo a invertir el resultado antes de que se señale el fin de la contienda?


Finanzas 1 / Natura 0
A nadie se le escapa que la gran crisis del coronavirus tiene relación con la emergencia cilimática.  Incluso los científicos nos advierten que, a menor biodiversidad, mayor peligro de pandemias como la que sufrimos.

Pero la visión antropocéntrica que domina nuestra sociedad nos está llevando al límite.   Hemos admitido como algo natural que unas pocas empresas multinacionales gobiernen el mercado global y por ende los niveles de autonomía y bienestar de las poblaciones de todos los países.  ¿Podrían ser los ODS una vía de solución? ¿Estamos a tiempo de reconducir el modelo de interrelaciones y los valores que las sustentan? 

Para seguir leyendo:  Es que no aprendemos


 

Vamos a seguir analizando posibles estrategias para cuando sea posible reactivar la economía, tras los envites de la pandemia del coronavirus, y la urgente protección de la salud de los ciudadanos.
Tenemos que intentar que el coste de las medidas económicas, consecuencia del estado de alarma, no recaiga en los trabajadores, tampoco en las empresas, y peor aún, en los pequeño empresarios. Pero tampoco podemos olvidar que, ante la falta de recursos y el déficit previsto, las inversiones necesarias se realizarán con cargo a la deuda pública, y por tanto, comprometiendo el futuro de la economía.


Debe ser evitada la «quiebra inmediata» de los negocios y, en consecuencia, proteger los puestos de trabajo. Tenemos que reinventar muchas funciones y revisar objetivos. Pero también, intentar obtener de nuestros actuales recursos, una mejor eficiencia para la reactivación del país.
 
 
Globalización
La pandemia nos ha sorprendido cuando nos encontrábamos en una constante estrategia de globalización. Pero parece que muchos factores están cambiando, por lo que sería conveniente analizar ese criterio, ante una posible confrontación de bloques, en una nueva guerra fría, entre China y EEUU.
De momento, y para eludir contagios, se ha producido un inédito cierre de fronteras a las personas. ¿Debemos plantearnos si debemos continuar en esa política de la globalización, o debemos refugiarnos en la autarquía?
Es preferentemente una cuestión económica, pero es necesario tener en cuenta nuestra elevada dependencia del turismo y del sector servicios, por lo que tras esta crisis, seguramente tengamos que revisar el modelo productivo.
La palabra autarquía, posiblemente no sea políticamente correcta, y para muchos recuerda épocas que parecían superadas. También podríamos pensar que no sea adecuado plantear ese dilema, pero en cualquier caso, es necesario revisar los criterios que hubo para adoptar decisiones de deslocalización de actividades productivas fuera de España, e intentar recuperar muchos de esos puestos de trabajo perdidos, que hemos dejada irse.
 
 
Estrategias económicas
Tras la pandemia, entendemos que disfrutaran de ventaja económica los países que hayan adoptado las nuevas tecnologías. Por ejemplo, los que apliquen procedimientos digitales, no solo en los medios de información, sino también en la prestación de servicios y en la actividad empresarial.
Nuestra administración tributaria es una referencia muy positiva en servicios digitalizados, aunque es posible todavía mejorar su efectividad. El teletrabajo, prácticamente desconocido hasta hace unos meses, ha irrumpido con fuerza y con un coste mínimo en muchas empresas, y está ya aquí para quedarse.
En otros supuestos, deberá ser mejorada la implantación de las nuevas tecnologías, como es el caso de la sanidad española, acreedora del agradecimiento de los ciudadanos, pero con insuficiencias claras en la tele-asistencia. Esa es una asignatura pendiente de desarrollo.
Muchas industrias y negocios tendrán que evolucionar, actuando con más flexibilidad, como ya ha sido iniciado en la edición de libros, pues ahora muchas empresas editan bajo pedido, para no tener que tener almacenes y perdidas por falta de actualidad de sus catálogos.
Prevalecerá la industria distribuida en redes nodales, en vez de la centralizada, como es el caso de Inditex, con su red de fábricas por el mundo, centralizando solo la creatividad y la gestión administrativa del grupo.
 
 
Una nueva universidad
Disponemos de sectores basados en el conocimiento, para los que es necesario acelerar su intervención en este análisis de reactivación, por ejemplo, exigiendo participación y rentabilidad económica a las universidades. No podemos seguir permitiendo que los centros de investigación y las universidades sigan siendo sumideros de inversiones, con rentabilidad improbable. Son centros de conocimiento, con numerosos agentes capacitados, que disponen ya de discernimiento y habituados al método científico, por lo que fácilmente podrían y deberían aportar creatividad a la nueva economía española.
La universidad debería recrearse, y compartir la tradicional enseñanza y formación de los alumnos, con la mejora en la aportación de innovación e inventiva, de nuevas opciones tecnológicas y culturales a la sociedad, a las administraciones públicas y al sector empresarial.
Necesitamos que contribuya con una investigación práctica y aplicable en nuestras empresas, que participe con su pensamiento original o divergente. También imaginación constructiva, pues tiene capacidad de crear, de generar nuevas ideas o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que nos permitan alcanzar conclusiones originales, que resuelvan problemas planteados en la nueva economía y produzcan soluciones inéditas y valiosas para las empresas.
Por ejemplo, realizando el análisis minucioso de otras amenazas globales existentes, o de la continuidad de la actual. Incluso contemplando otras epidemias ajenas a nuestro entorno, estudiado las estrategias habidas y las posibles, contabilizando los recursos propios disponibles, determinando el inventario de necesidades para hacer frente a esas amenazas, y planteado respuestas conforme al método científico. También concibiendo sistemas de inteligencia y seguridad, para poder prevenir estas amenazas y de esta forma, conseguir estar mejor preparados en el futuro.
También, con la realización de estudios de modelos y procedimientos analógicos y presenciales, que se estén utilizando, para analizar su posible reconversión. Incluso, determinando procedimientos para mejorar la actividad económica, conseguir más flexibilidad, y la mejor implantación de las tecnologías digitales, y de teletrabajo, en donde todavía no estén en uso. Intentando introducir en los procesos y en los métodos, una mejora de las formas de organización laboral, más capaces de confiar en la responsabilidad individual de los trabajadores. Proponiendo soluciones para la adaptación a estos tiempos de los recursos humanos, y especialmente formando a los desempleados, ante los nuevos requerimientos de la economía productiva.
Y en general, la potenciación de actividades económicas intensivas en conocimiento.
Por supuesto también, y a corto plazo, buscando soluciones contra la pandemia, como medicamentos y vacunas, evitando que la elusión sea nuestra única defensa biológica.
Las universidades y los centros de investigación son más necesarios que nunca, la sociedad necesita la contribución de estos centros del conocimiento. Pero tienen que cambiar su mentalidad, para participar positivamente en la reactivación del tejido empresarial, y en esa nueva economía que debemos aflorar.
Es un proyecto colectivo de cambio, que implicará una transformación profunda de nuestro ordenamiento económico y de nuestra cultura, de nuestras costumbres y mentalidades. Se trata de que las universidades y los centros de investigación ayuden a adaptarnos a estos nuevos tiempos.
 
 
Estrategia Yellowstone
Para  terminar, vamos a referirnos a un tema de actualidad, que también es una triste realidad: Las medidas que inicialmente Boris Johnson anunció contra la pandemia, recordaban la estrategia que en los Estados Unidos se había aplicado en los años ochenta, para supuestamente luchar y controlar los incendios, la Estrategia Yellowstone
Yellowstone es uno de los parques naturales más importantes de los Estados Unidos. El incendio que sufrió en 1988 quemó el 36% del parque, 321.000 hectáreas, provocando pérdidas que actualmente ascenderían a 250 millones de dólares. Por lo que, en opinión de muchos, la estrategia de no actuar, fue una desastrosa opción, cuyos resultados, durante muchos años quedaron patentes. Como el incendio se había iniciado por un rayo, se proponía que la misma naturaleza resolviese el drama generado, y por tanto, el ser humano, con su tecnología y sus medios no debería intervenir.
Esta estrategia era una clara manifestación de la ideología francesa del: Laissez faire, laissez passer (Dejar hacer, dejar pasar), a otra escala. Este era el lema de una corriente fisiócrata, del siglo XVIII, que atribuía exclusivamente la riqueza a la naturaleza, en particular a la tierra. La frase encierra un concepto de fuerte posicionamiento político- económico, pues apunta a defender la libertad de mercado, de empleo y de producción, relegando al Estado a una mínima intervención en la economía.
Es una osada estrategia, por la cual el político asume una postura práctica, se abstiene, a partir de la cual hay que ser tolerante y no preocuparse demasiado por el curso de las cosas. De esa forma se intentaba, supuestamente, eludir el problema a la manera del avestruz, y no tener que aportar recursos, ya escasos, para resolver un molesto inconveniente.
Esta estrategia, aplicada a nuestra situación actual, permite el contagio, para que supuestamente la población desarrolle defensas naturales, lo que teóricamente nos permitiría proteger exclusivamente al grupo de riesgo. El gobierno inglés sugería aislamiento voluntario, pero no exigía interrumpir la vida, las escuelas, ni los negocios.
Suponía que se crearía una inmunidad colectiva, de manera que la población pudiera adquirir resistencia suficiente para afrontar la pandemia de forma más lenta y paulatina. De esta forma, si el 95% de la población adquiere anticuerpos para frenar una pandemia, el 5% de la población restante, que estuviese en situación de riesgo, sería fácil de controlar y curar. Es la estrategia que deriva de la vacunación masiva, cuando un 5% de la población no se somete a este imperativo.
Incluso inicialmente, Estados Unidos gestionaba la crisis de salud con una táctica análoga.
Pero esa estrategia está resultando ser rematadamente nefasta, ha sido un rotundo fracaso, con el propio jefe de gobierno inglés saliendo de la UCI. Esperemos que se reponga.
Pero es más, si supuestamente imperaba el interés económico sobre la salud de la población, el resultado será posiblemente el contrario: la necesidad de más recursos, por no tomar las debidas decisiones a tiempo, pero también posibles demandas y reclamaciones económicas de los afectados, por responsabilidad por omisión, o incluso por prevaricación y negligencia.
Mientras no se disponga de una vacuna, nuestra única defensa contra el contagio es la elusión, evitar el contacto con el posible foco de infección, y esta es la estrategia recomendada por la mayoría de los científicos, y por la OMS.
 
 

12/04/2020
12/04/2020 | Comentarios



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Nos anticipamos al futuro
Eduardo Martínez de la Fe
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