NUEVO MUNDO


Si empezamos a transitar lo que habita en nuestro insondable y universal interior, seremos capaces de gestionar nuestra realidad y la que proyectamos, de conocer y encarnar nuestra identidad, que nos permite ser únicos e irrepetibles y aportar al planeta esta riqueza creadora y complementaria.


Foto:  Tom Barrett
Foto: Tom Barrett
En un nuevo modelo bioidentitario de los territorios enmarcados como naciones digitales, deberemos de integrar como es natural y nunca mejor dicho, las diferentes expresiones de vida que conforman un todo, nunca anteponiendo o jerarquizando unas expresiones a otras con la manida visión antropocéntrica que nos caracteriza, o la percepción cerrada de la razón materialista, abriendo el campo de percepción de lo visible, pero también de lo no visible.
 
En todo sistema vivo, la interrelación de los diferentes elementos en un equilibrio que casi siempre desconocemos por perfecto y oculto, es lo que mantiene esa fina línea entre el orden y el caos o la vida y la muerte.

Juego sutil
 
En este juego sutil de la creación como seres conscientes tenemos el papel de guardianes y mediadores con capacidad de consciencializar ese todo y con capacidad de intervenir según el nivel de nuestro reconocimiento. Esto supone que somos corresponsables del devenir de estos sistemas complejos y su evolución.
 
El hombre/mujer desde el principio de la historia, ha utilizado su capacidad de observación para desentrañar los misterios de la naturaleza de la que es parte, muy a menudo como herramienta de supervivencia y búsqueda de los mejores recursos, pero también con el asombro del que reconoce el orden y la belleza y quiere profundizar en sus secretos, habiéndole sido revelados de múltiples formas, según su cultura, percepción, tiempo y territorio.
 
Los pueblos sabios son capaces de reconocer estos entramados sutiles que mantienen el orden de lo viviente y han sabido honrar y bendecir esas fuerzas no-visibles, pero esenciales.
 
Sin embargo, el hombre moderno ha sido arrancado de esta percepción sutil y sensibilidad hacia la vida de una forma atroz, rompiendo en mil pedazos sus capacidades y dividiendo su doble percepción, racional e intuitiva, castrando y acallando esta última a favor de lo racional, masculino y jerárquico como única representación de la realidad y construcción del mundo. De ahí surgen gran parte de las consecuencias que todos estamos pagando y especialmente la gran nave que nos acoge.
 
Es difícil escuchar el rumor de lo vivo cuando estamos siendo atravesados continuamente por frecuencias, materiales y objetos artificiales que perturban la escucha natural en el ser humano.
 
Las ciudades son entornos casi muertos alejados de la fluidez del latido vivo que todo ser emite en relación y en comunicación con todo lo demás. De esta forma, es complicado escuchar la identidad de los lugares por sus influencias telúricas, la expresión sutil del vegetal  o el clamor salvaje del mundo animal.
 
Hay que reconocer que las ciudades, y a veces cuanto más grandes parece que mejor, la riqueza de la expresión cultural y los avances científicos, también conforman y son producto de su identidad y esto permite actuar en consecuencia,  aportando nuestra capacidad de restablecer el orden y la belleza en los territorios cuando vibran con lo que son.
 
Volver a lo natural
 
La necesidad de volver a lo natural llegará a ser un clamor en el planeta, pues es el reflejo instintivo de ciertos organismos cuando están heridos, perdidos o enfermos, el de volver a los brazos de la madre tierra que consigue restablecer los equilibrios extraviados de sus vástagos,  después será el momento de aportar a la naturaleza nuestro amor y reconocimiento para hacerla brillar en su más alta realidad.
 
Esta es nuestra misión como cuerpo consciente del planeta, pero parece que hemos olvidado lo esencial; ¿qué hacemos aquí?, ¿para que servimos?, ¿a que pertenecemos? Las respuestas a estas y otras preguntas son las que el ser humano del siglo XXI deberá de reflexionar por su propia supervivencia y la del planeta que le acoge.
 
Las experiencia vital de la humanidad en su historia es el conocimiento inmaterial y espiritual del ser humano, siempre que esté basada en el respeto de toda creación y en su intercomunicación.
 
Esta sabiduría colectiva se puede y se debe actualizar en este presente, donde la ciencia y la tecnología nos abren a infinitas capacidades y aplicaciones.
 
Estos tiempos en los que hemos conquistado o por lo menos vamos consciencializado derechos universales para la vida, desgranando parte de las leyes que la rigen, quizás es la hora de integrar lo que fue dividido, razón e intuición, ciencia y espíritu, el momento de volver a ser intermediarios entre los mundos visibles manifestados y los mundos sutiles no-manifestados, de los que nunca hemos estado separados pero si mutilados en su escucha.
 
Volver a lo interior
 
Llega el momento de devolver la mirada hacia esa dimensión que es nuestro interior y reconocer quienes somos, abrir la escucha y percepción a la totalidad de nuestro ser y participar, ser cocreadores de algo mayor que nosotros mismos y que nos trascienda en el tiempo y el espacio. Si esto no lo hacemos por el sistema vivo Tierra-Luna que habitamos, ¿por quién lo haremos?.
 
La construcción de lo nuevo necesita posicionamientos más coherentes y lugares poco o nunca transitados, es el arrojo del creador que se desliza en un suelo inestable y desconocido.
 
No podemos reproducir el error de crear nuevos paradigmas y cambios importantes innovando en el exterior sin tocar o transformar nada en nuestro interior, que es justo el generador de la realidad y lugar de interpretación de esta. Padecemos una falla del ser humano y su terror a entrar en su profundidad y crear verdaderas transformaciones.
 
Si empezamos a transitar lo que habita en nuestro insondable y universal interior, seremos capaces de gestionar nuestra realidad y la que proyectamos, de conocer y encarnar nuestra identidad, que nos permite ser únicos e irrepetibles y aportar al planeta esta riqueza creadora y complementaria.
 
También seremos capaces de identificar nuestras potenciales y cualidades y ponerlas al servicio de la expresión de lo que somos, manteniendo una sutil comunicación con toda manifestación de vida desde dentro hacia afuera.
 
Esto nos dará la maestría sobre nosotros mismos y nos capacitará en el reconocimiento de lo que Es, convirtiéndonos en antenas de consciencia operativas y guardianes de la Vida.




CNM GB
02/12/2019

Hoy 2 de diciembre, se inaugura en Madrid COP-25, reunión número 25 de las partes o países firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, sin haber conseguido una reducción de emisiones de gases.
Simultáneamente, el Parlamento Europeo ha tomado el pasado jueves la resolución de declarar emergencia medioambiental y climática.


Como ya hemos informado en estas páginas, COP-25 se celebra en Madrid, del 2 al 13 de diciembre, por renuncia de Chile, de manera simultánea a la CMP15 (encuentro número 15 de los países adheridos al Protocolo de Kyoto) y a la CMA2 (segunda reunión anual de los países adheridos a los Acuerdos de París).
Pero está comprobado que, a pesar de los acuerdos y los múltiples encuentros habidos, las emisiones de gases de efecto invernadero, no solo no se han reducido, sino que continúan creciendo, aunque ahora ligeramente. Esto supone un cierto desengaño, al que contribuyen las declaraciones ambiguas de determinados políticos, y la falta de apoyo de determinadas potencias mundiales, que mantienen sus hábitos de emisión sin limitaciones y sin medidas suficientes o adecuadas.
De los gases con efecto invernadero emitidos a la atmósfera, aproximadamente un 75% corresponden al CO2, un 20% al metano y un 5% a gases diversos, como los óxidos de nitrógeno. Y del CO2 emitido, casi el 45% procede de la generación eléctrica por medio de combustibles fósiles, origen mayoritario de las mismas.
Cuando la demanda mundial de energía eléctrica sigue creciendo, a una tasa estimada del 3 o 4% anual, parece necesario adoptar medidas en todas las naciones para reducir las emisiones, evitando el consumo de combustibles fósiles.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA) ha señalado como objetivo principal
https://www.iea.org/newsroom/news/2019/december/governments-should-take-stronger-action-on-energy-efficiency-according-to-global.html, la mejora de la eficiencia energética, tanto a nivel de producción, distribución y utilización, para reducir los efectos de las emisiones en el cambio climático. El desafío no consiste, únicamente, en reducir las emisiones de los gases que causan el daño ecológico, sino en crear simultáneamente beneficios y empleo con las acciones e inversiones que se precisen. Es necesario mejorar la eficiencia global de la energía primaria que se consume, por ejemplo, según la IEA incrementando anualmente un 3% la eficiencia de uso de la energía primaria. Por el contrario, en 2018 esa mejora se ha situado en un 1,8%, el menor nivel de los tres últimos años.
En sectores concretos, se realizan también grandes esfuerzos, como por ejemplo, la transición forzosa del automóvil con motores de combustión, al vehículo eléctrico, como una acción preferente para solucionar el problema, cuando en el fondo es, sobre todo, una necesidad local de mejora ambiental para la vida diaria en grandes urbes con alta densidad de tráfico (ver https://www.revistadyna.com/noticias-de-ingenieria/es-tan-necesario-coche-electrico-para-mitigar-cambio-climatico).
 
Todavía podemos mantenernos optimistas.
Un claro ejemplo de que con un esfuerzo común y global de todas las naciones  pueden ser resueltos los problemas de nuestro Mundo, es el caso del agujero de la capa de ozono. En 2019 no solo se ha cerrado antes, sino que ha alcanzado el menor tamaño de los últimos 30 años.
En https://www.madrimasd.org/notiweb/noticias/agujero-capa-ozono-se-va-cerrando se expresa que: El tamaño del agujero de la capa de ozono fluctúa: normalmente se forma cada año en agosto, alcanza su máximo en octubre y vuelve a cerrarse hacia finales de noviembre o diciembre. En 2019, sin embargo, no solo se ha cerrado antes, sino que ha alcanzado el menor tamaño de los últimos 30 años, debido a unas condiciones atmosféricas poco comunes.
Los pronósticos del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus (CAMS ), que emplea las mediciones de ozono totales de la misión Sentinel-5P de Copernicus procesadas en el Centro Aeroespacial Alemán, prevén que este año el agujero de ozono se cerrará antes de lo habitual.
El responsable de misión de Sentinel-5P, Claus Zehner, apunta: “Este agujero tan pequeño, que ha batido récords en cuanto a tamaño y duración en 2019, se debe al calentamiento de la estratosfera sobre el polo sur. No obstante, es importante señalar que se trata de un evento inusual y que no indica que la recuperación del ozono global se esté acelerando”.
Las grandes fluctuaciones en los vórtices polares y las temperaturas de la estratosfera hacen que los agujeros de la capa de ozono varíen en tamaño. Este año, la estratosfera polar más cálida causó una ralentización de los campos de viento alrededor del polo sur (o vórtice polar) y se redujo la formación de “nubes estratosféricas polares”, que provocan las reacciones químicas que aceleran la pérdida de ozono.
Josef Aschbacher, director de programas de observación de la Tierra de la ESA , comenta: “El agujero de la capa de ozono es un ejemplo paradigmático de que las pruebas científicas pueden llevar a cambios políticos y, como consecuencia, a cambios en el comportamiento humano. El agujero de ozono fue descubierto en los años setenta, se sometió a vigilancia continua desde el espacio y con dispositivos sobre el terreno y, finalmente, en los ochenta condujo al Protocolo de Montreal, que prohíbe el uso de los clorofluorocarbonos (CFC)”.
“Hoy, el agujero se está recuperando gracias a una acción política clara. Este ejemplo debe servir de inspiración para el cambio climático”.
En la estratosfera, el ozono actúa como escudo que nos protege de la nociva radiación ultravioleta del Sol, asociada al cáncer de piel y a las cataratas, así como a problemas medioambientales.
Ya en estas mismas páginas, en marzo de este año, sugeríamos optimismo:
https://club.tendencias21.net/mundo/Preocupaciones-y-reflexiones-en-relacion-a-nuestra-evolucion-el-Club-Nuevo-Mundo_a8.html. Comentábamos en nuestra exposición que ya a finales del pasado siglo, se establecieron estaciones de medición y seguimiento, obteniendo la conclusión de que dicha capa podía considerarse seriamente amenazada.
En 1985 fue firmada la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, estableciendo un marco internacional para la regulación de las sustancias que perturbaban la capa de ozono. La Asamblea General de las Naciones Unidas de 1987 acordó la firma del Protocolo de Montreal para la Preservación de la Capa de Ozono.
Se había deducido que la causa de este deterioro ambiental, era la excesiva emisión a la atmosfera de compuestos químicos clorofluorocarbonos CFC, usados en los circuitos frigorígenos como fluidos refrigerantes, propelentes, y fungicidas de suelo. Esta acción había provocado el aumento de la concentración de cloro y de bromo en la estratósfera, debido evidentemente, a las emisiones antrópicas de esos compuestos químicos.
Esos acuerdos internacionales para la reducción, o incluso eliminación, de los agentes químicos nocivos, generó un efecto positivo. Incluso fue acordada la prohibición de la fabricación y distribución de esos gases en todas las naciones, y el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida disminuyó. Se estima que la densidad de ozono atmosférico llegó a su mínimo en el año 2000, y a partir de esa fecha se ha ido recuperando.
Este es un claro ejemplo de cómo la humanidad identificó un grave problema mundial y ha conseguido erradicarlo. De cómo una acción antrópica, que se demostró perjudicial para la preservación de la vida, puede ser detectada y revertida por acuerdo de las naciones.
 
La ley de cambio climático.
No obstante, España acoge la COP25 del clima de la ONU, sin haber aprobado su Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE), este proyecto de ley, junto con el Plan de Energía y Clima y la Estrategia de Transición Justa, forman el paquete normativo de energía y clima que tendrá que solventar el futuro Gobierno.
El objetivo de esta nueva normativa es la reducción de gases de efecto invernadero, la introducción de energías renovables, la eficiencia energética y la movilidad sostenible.
Ese previsible proceso de descarbonización, tendrá efectos sobre la salud. Por ejemplo, una reducción en el número de muertes prematuras debidas a la contaminación atmosférica.
Una pata fundamental de este marco climático es la "estrategia de transición justa" con medidas que aseguren un tratamiento "equitativo y solidario" para los territorios y los trabajadores de los sectores más afectados por esa transición hacia una economía baja en carbono.
Ya en junio de este año comentamos esta problemática, en estas mismas páginas, al referirnos a La transición energética ante el cambio climático
 
¡Bienvenida sea a Madrid COP-25!

02/12/2019
02/12/2019 | Comentarios



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Nos anticipamos al futuro
Eduardo Martínez de la Fe
Este Blog ha sido creado por el Club Nuevo Mundo para recoger las iniciativas, reflexiones, experiencias y propuestas que sus miembros y socios quieran hacer llegar a la sociedad. Está estructurado en torno a 4 ejes temáticos: artículos, pensamientos, propuestas y noticias. A través de ellos, cualquier persona puede conocer lo que se está cocinando en el seno del Club Nuevo Mundo y comentar las diversas aportaciones.

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