Blog de los miembros y socios del Club Nuevo Mundo
Con el fin de concebir soluciones para después de la actual contingencia de salud, y cuando esta haya sido superada, vamos a seguir analizando posibles estrategias para reactivar la economía. Tras la pandemia del coronavirus, debería ser evitado que el coste de las medidas económicas adoptadas, recaiga en los trabajadores y en las empresas, y peor aún, en los pequeños empresarios autónomos. Pero también debemos evitar que puedan adoptarse medidas, con el aparente deseo de amortiguar los efectos económicos y sociales de la actual emergencia, pero que resulten perjudiciales para la actividad económica de nuestro país.
Por razones de justicia y paz social deben arbitrase también medidas económicas de protección social a los más castigados por esta crisis, y a los más vulnerables económicamente; por ejemplo, el llamado Ingreso Mínimo Vital. Otras, como la imposibilidad de cortar el suministro de servicios básicos, ya han sido decretadas.
Estamos en alarma sanitaria, pero la actividad económica se encuentra también en situación de alerta, temerosa de que la lucha contra el coronavirus acabe llevándose a las pequeñas empresas y autónomos y con ellas, a más de tres millones de puestos de trabajo. Por ello, adema de las medidas para la protección social de los ciudadanos, es necesario medidas para la reactivación económica, y especialmente, del tejido económico que sustenta los ingresos de la mayoría de españoles.
La situación económica de esos empresarios no era, ya antes de esta crisis optimista. Según datos de Hacienda de 2017, últimos conocidos, de los 1,3 millones de empresas que presentaron resultados económicos en ese ejercicio, 542.556 tuvieron un resultado contable negativo. Por tanto, estaban en pérdidas el 41,5% del total. Con estos antecedentes es muy difícil enderezar la crisis económica resultante
La solidaridad europea
Es nuestro objetivo la reactivación del tejido productivo de la nación, y la mejora de su eficiencia en la creación de puestos de trabajo tras la pandemia, y para ello, es necesario aplicar todos los recursos posibles.
En ese sentido, deberán tenerse en cuenta las iniciativas de La Comisión Europea (CE), cuya estrategia, al menos de momento, no es solidaria; pues no permite la consolidación de la deuda pública con eurobonos, y solo admiten aplicar los fondos presupuestarios existentes.
En este ámbito encontramos por ejemplo, la propuesta del proyecto SURE para proporcionar subsidios públicos respaldados por el conjunto de la Unión Europea, para ayudar al mantenimiento del empleo, a través de sistemas como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Para este fin, Bruselas acudirá a los mercados internacionales para captar 100.000 millones de euros que ayuden a paliar el impacto económico de la pandemia de Covid-19 en países como Italia y España. De esta forma, el SURE ofrecerá préstamos con garantía a las economías que se enfrentan a un “repentino y severo” aumento del gasto en sus planes de reducción de jornada.
También Bruselas plantea que los países pongan en marcha sistemas de tele-trabajo en las empresas, a los que se les otorgaran subsidios públicos, que les permitan mantener empleados a sus trabajadores, y seguir pagándoles el salario, aunque su actividad se haya reducido por la pandemia.
Es necesario advertir que la Comunidad Europea no está diseñando nuevas estrategias o proyectos innovadores para la reactivación de la economía de los estados miembros, sino que se limita a acordar aportar fondos presupuestarios comunitarios, a las estrategias y diseños de los paises, como es el caso de los ERTE españoles. Por tanto, cada nación debe aguzar su ingenio, y concebir estrategias creativas e innovadoras, para que luego sean apoyadas por los presupuestos europeos.
En el ámbito sectorial, la CE mantiene una preocupación específica con el sector agrario. Para seguir apoyando a este sector esencial, la Comisión Europea ha ampliado hasta el 15 de junio de 2020 el plazo para las solicitudes de ayuda en el marco de la política agrícola común, concediendo así mayor flexibilidad a los agricultores.
De acuerdo con el Marco Temporal aplicable a las ayudas estatales, recientemente adoptado, los agricultores pueden obtener una ayuda máxima de 100.000 euros por explotación agrícola, y las empresas de transformación y comercialización de alimentos pueden recibir un máximo de 800.000 euros. En algunos casos, estas ayudas pueden completarse con hasta 25.000 euros más. Esto significa que la ayuda nacional total que puede concederse por explotación asciende a 120.000 euros (o 125.000 euros) en virtud del Marco Temporal.
Para el sector pesquero y la acuicultura, afectado por una drástica reducción de la demanda, la Comisión ha tomado medidas urgentes para paliar esta situación, pudiendo recibir ayudas en virtud del nuevo Marco Temporal aplicable a las ayudas estatales, de la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus y del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca.
El 24 de marzo de 2020, la Comisión aprobó y adoptó dos sistemas de garantía españoles, sobre nuevos préstamos y operaciones de refinanciación, a los que podrán acogerse las empresas y los trabajadores por cuenta propia afectados por el brote de coronavirus.
Además, deberán tenerse en cuenta las acciones e iniciativas que puedan realizar otras instituciones, como el Banco Central Europeo y el Banco Europeo de Inversiones.
Planificación española
Por tanto, además de esa posible ayuda europea, tenemos necesariamente que concebir soluciones propias que eviten el despilfarro económico habido, alienten a los empresarios a crear puestos de trabajo, o al menos, a mantenerlos, y nos permita diseñar nuevos sistemas y procedimientos, acordes con las actuales tecnologías disponibles.
Debería ser estudiada la posibilidad de reducir las obligaciones formales de los administrados, y en concreto, toda la burocracia actualmente necesaria en la gestión de los pequeños negocios, trasladando esas obligaciones a la administración, excepto en el caso de las grandes empresas. También la creación automática de un crédito fiscal para los autónomos, en el momento que se den de alta en el IAE, aplicable también a sus cuotas ante la SS.
Debería realizarse un profundo estudio, con la colaboración de la sociedad civil, para reaccionar contra esta guerra virtual, por ejemplo, con una sustancial modificación conceptual de los censos de población, y del ordenamiento laboral y del desempleo, fomentando la creación de puestos de trabajo, y la actividad laboral de todos los que se encuentren en condiciones de aportar su trabajo. Se trata de superar la dramática crisis económica que se ha iniciado, creando ilusión en los ciudadanos, y evitando soluciones totalitarias y confiscatorias, que solo generen pobreza.
Lecciones del pasado
La Comisión Europea ha propuesto simultáneamente, una relajación temporal del Pacto de Estabilidad, animando a los estados a gastar tanto como sea necesario, para hacer frente a la expansión del virus y a sus efectos económicos. Sin que eso compute para el cálculo de déficit estructural. No obstante, es necesario recodar que esto no puede animar al despilfarro, pues todo el déficit generado realmente, será una carga para nuestros sucesores, al convertirse en deuda pública del estado.
La lección de pasadas crisis es que es necesario evitar que perdure el parón de la actividad. Puede hacerse mediante liquidez a las empresas, como ha decidido Alemania, o con ayuda de las entidades financieras, como anunció el BCE. Con préstamos a través de bancos de crédito nacionales, como desarrolla España con el ICO. Mediante mecanismos de flexibilidad, ayudas legales del Estado, moratorias en el pago de contribuciones, o aplazamientos de impuestos. Pues si las economías se mantienen paradas, el efecto global y en cadena puede ser peor.
Pues tenemos que ser conscientes de que a pesar de la moderna ciencia y tecnología de que disponemos, en la actualidad nuestra única defensa contra la pandemia es la no transmisión. Solo disponemos de un tipo de actuación contra su propagación: mantenernos alejados del foco de infección. El aislamiento social parece que es la única solución actual, ¡No disponemos de armas científicas o tecnológicas ante esta pandemia!
¿Alguien puede entender que hayamos llegado a este infortunio en pleno siglo XXI?
La situación económica de esos empresarios no era, ya antes de esta crisis optimista. Según datos de Hacienda de 2017, últimos conocidos, de los 1,3 millones de empresas que presentaron resultados económicos en ese ejercicio, 542.556 tuvieron un resultado contable negativo. Por tanto, estaban en pérdidas el 41,5% del total. Con estos antecedentes es muy difícil enderezar la crisis económica resultante
La solidaridad europea
Es nuestro objetivo la reactivación del tejido productivo de la nación, y la mejora de su eficiencia en la creación de puestos de trabajo tras la pandemia, y para ello, es necesario aplicar todos los recursos posibles.
En ese sentido, deberán tenerse en cuenta las iniciativas de La Comisión Europea (CE), cuya estrategia, al menos de momento, no es solidaria; pues no permite la consolidación de la deuda pública con eurobonos, y solo admiten aplicar los fondos presupuestarios existentes.
En este ámbito encontramos por ejemplo, la propuesta del proyecto SURE para proporcionar subsidios públicos respaldados por el conjunto de la Unión Europea, para ayudar al mantenimiento del empleo, a través de sistemas como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Para este fin, Bruselas acudirá a los mercados internacionales para captar 100.000 millones de euros que ayuden a paliar el impacto económico de la pandemia de Covid-19 en países como Italia y España. De esta forma, el SURE ofrecerá préstamos con garantía a las economías que se enfrentan a un “repentino y severo” aumento del gasto en sus planes de reducción de jornada.
También Bruselas plantea que los países pongan en marcha sistemas de tele-trabajo en las empresas, a los que se les otorgaran subsidios públicos, que les permitan mantener empleados a sus trabajadores, y seguir pagándoles el salario, aunque su actividad se haya reducido por la pandemia.
Es necesario advertir que la Comunidad Europea no está diseñando nuevas estrategias o proyectos innovadores para la reactivación de la economía de los estados miembros, sino que se limita a acordar aportar fondos presupuestarios comunitarios, a las estrategias y diseños de los paises, como es el caso de los ERTE españoles. Por tanto, cada nación debe aguzar su ingenio, y concebir estrategias creativas e innovadoras, para que luego sean apoyadas por los presupuestos europeos.
En el ámbito sectorial, la CE mantiene una preocupación específica con el sector agrario. Para seguir apoyando a este sector esencial, la Comisión Europea ha ampliado hasta el 15 de junio de 2020 el plazo para las solicitudes de ayuda en el marco de la política agrícola común, concediendo así mayor flexibilidad a los agricultores.
De acuerdo con el Marco Temporal aplicable a las ayudas estatales, recientemente adoptado, los agricultores pueden obtener una ayuda máxima de 100.000 euros por explotación agrícola, y las empresas de transformación y comercialización de alimentos pueden recibir un máximo de 800.000 euros. En algunos casos, estas ayudas pueden completarse con hasta 25.000 euros más. Esto significa que la ayuda nacional total que puede concederse por explotación asciende a 120.000 euros (o 125.000 euros) en virtud del Marco Temporal.
Para el sector pesquero y la acuicultura, afectado por una drástica reducción de la demanda, la Comisión ha tomado medidas urgentes para paliar esta situación, pudiendo recibir ayudas en virtud del nuevo Marco Temporal aplicable a las ayudas estatales, de la Iniciativa de Inversión en Respuesta al Coronavirus y del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca.
El 24 de marzo de 2020, la Comisión aprobó y adoptó dos sistemas de garantía españoles, sobre nuevos préstamos y operaciones de refinanciación, a los que podrán acogerse las empresas y los trabajadores por cuenta propia afectados por el brote de coronavirus.
Además, deberán tenerse en cuenta las acciones e iniciativas que puedan realizar otras instituciones, como el Banco Central Europeo y el Banco Europeo de Inversiones.
Planificación española
Por tanto, además de esa posible ayuda europea, tenemos necesariamente que concebir soluciones propias que eviten el despilfarro económico habido, alienten a los empresarios a crear puestos de trabajo, o al menos, a mantenerlos, y nos permita diseñar nuevos sistemas y procedimientos, acordes con las actuales tecnologías disponibles.
Debería ser estudiada la posibilidad de reducir las obligaciones formales de los administrados, y en concreto, toda la burocracia actualmente necesaria en la gestión de los pequeños negocios, trasladando esas obligaciones a la administración, excepto en el caso de las grandes empresas. También la creación automática de un crédito fiscal para los autónomos, en el momento que se den de alta en el IAE, aplicable también a sus cuotas ante la SS.
Debería realizarse un profundo estudio, con la colaboración de la sociedad civil, para reaccionar contra esta guerra virtual, por ejemplo, con una sustancial modificación conceptual de los censos de población, y del ordenamiento laboral y del desempleo, fomentando la creación de puestos de trabajo, y la actividad laboral de todos los que se encuentren en condiciones de aportar su trabajo. Se trata de superar la dramática crisis económica que se ha iniciado, creando ilusión en los ciudadanos, y evitando soluciones totalitarias y confiscatorias, que solo generen pobreza.
Lecciones del pasado
La Comisión Europea ha propuesto simultáneamente, una relajación temporal del Pacto de Estabilidad, animando a los estados a gastar tanto como sea necesario, para hacer frente a la expansión del virus y a sus efectos económicos. Sin que eso compute para el cálculo de déficit estructural. No obstante, es necesario recodar que esto no puede animar al despilfarro, pues todo el déficit generado realmente, será una carga para nuestros sucesores, al convertirse en deuda pública del estado.
La lección de pasadas crisis es que es necesario evitar que perdure el parón de la actividad. Puede hacerse mediante liquidez a las empresas, como ha decidido Alemania, o con ayuda de las entidades financieras, como anunció el BCE. Con préstamos a través de bancos de crédito nacionales, como desarrolla España con el ICO. Mediante mecanismos de flexibilidad, ayudas legales del Estado, moratorias en el pago de contribuciones, o aplazamientos de impuestos. Pues si las economías se mantienen paradas, el efecto global y en cadena puede ser peor.
Pues tenemos que ser conscientes de que a pesar de la moderna ciencia y tecnología de que disponemos, en la actualidad nuestra única defensa contra la pandemia es la no transmisión. Solo disponemos de un tipo de actuación contra su propagación: mantenernos alejados del foco de infección. El aislamiento social parece que es la única solución actual, ¡No disponemos de armas científicas o tecnológicas ante esta pandemia!
¿Alguien puede entender que hayamos llegado a este infortunio en pleno siglo XXI?
04/04/2020
04/04/2020
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Comentarios
Continuamos con nuestros comentarios prospectivos sobre cuál será la trascendencia de la actual pandemia en la economía, y en la evolución de nuestra actual, pero incipiente sociedad digital. Analizamos en que medida se modificará nuestra actual escala de valores y cuáles serán nuestras respuestas, conductas y actitudes, en el momento que se reactive la gestión económica y social, paralizada por el Estado de Alarma.
Históricamente, las pandemias habidas en la edad moderna, hasta ahora, no habían convulsionado a la sociedad, ni han modificado sus costumbres y pautas. La mal llamada gripe española, también de origen chino según se ha comprobado recientemente, de hace ya algo más de un siglo, posiblemente facilitó el fin de la Primera Guerra Mundial, pero no generó un cambio de tendencia de aquella sociedad-
Pero, en mi opinión, el momento actual es muy distinto, pues teníamos planteados números conflictos económicos y sociales en esa incipiente aldea global, y el impacto de la pandemia posiblemente nos haga reconsiderar muchos criterios y costumbres, que entendíamos intrínsecos a nuestro comportamiento vital. Cuestiones de actualidad, como la Sostenibilidad, la Economía Circular, la Industria 4.0, la Transición Energética, el Cambio Climático Antropogénico, etc… tendrán que ser reconsiderados y valorados de nuevo.
Por ejemplo, la paralización de la actividad humana en los países en los que ha sido decretado el estado de alarma, nos permite pensar que el llamado Cambio Climático Antropogénico, puede llegar a ser erradicado, ¿Pero a qué precio?
Sería negligente no ser conscientes de cómo va a reaccionar la población tras este desastre, evaluar las tendencias y nuestro futuro comportamientos social, intentando obtener una enseñanza de nuestra actual y triste situación, y de cómo hemos podido llegar a ella.
Ante el nuevo desafío al que nos enfrentamos: ¿Encontraremos un punto de equilibrio entre sostenibilidad, contaminación atmosférica y cambio climático? Además de también tener en cuenta que, para valorar la tendencia de esos profundos cambios de criterios, valores y actitudes que prevemos, es necesario incluir el impacto de la incipiente sociedad digital existente.
Y ese impacto, como ya decíamos en nuestro artículo anterior, no generará tendencia y cambios paulatinos, sino que, conmocionados por la pandemia, la población actuará de forma rápida y drástica. Un ejemplo de ello ha sido la adaptación al teletrabajo por múltiples empresas, llegando al convencimiento que este método de trabajo puede tener otras ventajas, además de evitar la trasmisión de los virus y enfermedades.
De un día para otro, con una tecnología existente barata y sencilla, muchos puestos de trabajo han cambiado de localización, intentando mantener a la empresa dando el servicio convenido. Y esta adaptación no ha sido dolorosa, ni difícil, pues muchos trabajadores se han adaptado a esta nueva situación sin gran esfuerzo, consiguiendo casi la normalidad del trabajo en su empresa. Es algo que dejará huella, y en la debida proporción, y cuando sea posible, cambiara las costumbres laborales
La condición humana se caracteriza por su capacidad de acomodación al medio y al momento. Somos seres adaptativos, que intentamos conciliarnos con nuestro hábitat, aunque en los últimos cincuenta años, posiblemente hayamos superado los límites admisibles de armonía.
La irrupción de ese nuevo agente patógeno va a acelerar esa capacidad de adaptabilidad, pues ahora somos más conscientes de los problemas que realmente tenemos y de los cambios que verdaderamente son necesarios. En primer lugar, debemos evitar que esta alarma sanitaria pueda volver a producirse, y existen factores de las nuevas tecnologías que pueden ayudar a evitarlo, y que pueden permitir una sociedad más justa, equilibrada y armónica.
Entre los distintos modelos de sociedad digital que se han desarrollado, pienso que nuestro deseo debería de ser que Europa pueda generar un territorio digital que mantenga sus actuales valores democráticos. La opción norteamericana de grandes plataformas digitales, con importante capitalización, dando servicio en todo el mundo, pero con sede en EEUU y tributando solo en ese país, no creo que la quieran compartir los ciudadanos del resto del mundo, y en mi opinión, traiciona la tradición liberal norteamericana.
Tampoco creo que aceptemos voluntariamente el sistema Chino de control policial del individuo, con su escala de reputación social, al que me he referido reiteradamente en estas páginas: Claves para comprender a los defensores de la democracia de extremo oriente I y II
El sistema de Crédito social, que está implantando el Gobierno Chino desde 2014, es un modelo de sociedad digital discriminante, basada en el poder tecnológico del estado. La dictadura comunista ha evolucionado hasta crear las condiciones para instaurar una dictadura digital, junto con una economía capitalista, con plataformas digitales, y una estructura institucional jerarquizada, que gobierna sin oposición política.
Aunque esa sociedad digital, ha respondido ante la catástrofe del Coronavirus de forma efectiva, permitiendo una favorable evolución en poco tiempo, no creo que les satisfaga a los europeos ese régimen policial, que utiliza como excusa y como baremo, la reputación social individual.
Desgraciadamente la historia parece favorecer el autoritarismo, que practica China, y además este país dispone de dinero para exportar e imponer su método coactivo en otros muchos países que compren su tecnología.
¿Y qué ocurrirá? No lo sabemos, pues dependerá del agregado de reacciones individuales, pero el análisis de la posible evolución futura de nuestro mundo, posiblemente lo conozcamos en pocos años.
Decíamos en nuestro escrito anterior que la actual emergencia sanitaria va a tener consecuencias graves, desiguales y duraderas en nuestra sociedad, y especialmente en las familias, y en el trabajo. Tendremos que cambiar algunas cuestiones estructurales: potenciar el campo, potenciar la industria, potenciar las nuevas tecnologías de informática, telecomunicación, inteligencia artificial, robotización, etc… Tendremos que seguir viviendo del turismo, pues ese es el mandato europeo que condicionó nuestra incorporación, pero no con el porcentaje en nuestra economía que ha tenido hasta ahora. Esperemos que los europeos sigan queriendo acudir a nuestras playas y a nuestras ciudades.
Por tanto, se plantea volver a una cierta autarquía, evitando deslocalizar todo lo que pueda hacerse en España, con el fin de no perder puestos de trabajo. Nos hemos dado cuenta, en esta crisis, que no sabemos ya hacer mascarillas, guantes, ropa protectora, y lo tenemos que comprar en China a altos precios, y nuestros enfermos dependen de que el fabricante, o su gobierno, accedan a vendérnoslo ¡Asombroso!
Realmente hemos sido negligentes en nuestra planificación estructural y laboral. Hemos aceptado la deslocalización de la fabricación y la perdida de puestos de trabajo sin el más mínimo control estratégico, y posiblemente sin suficiente lógica. Hemos llegado al contrasentido de participar en la fabricación del Airbus, pero no sabemos fabricar productos carentes de tecnología puntera, como respiradores, intubadores y ropa sanitaria, que apresuradamente tenemos que importar.
Ya se han hecho estimaciones económicas del coste de esta crisis sanitaria. Se sugiere una reducción del PIB del 10%. La crisis financiera del año 2008, genero una caída en 2009 del -3,8%, y tardamos más de ocho años en recuperarnos de aquel golpe. ¿Cuántos años necesitaremos para superar los resultados de la actual crisis?
Y otra consideración, no todos los pueblos son tan solidarios, y menos en época de crisis. Alemania y Holanda, no aceptan que la necesaria financiación de esa nueva deuda que necesitamos, sea financiada con eurobonos. No admiten ser todos solidarios en las deudas que se generarán, y sugieren que se dependa de los fondos presupuestarios europeos, y que cada uno aguante la tormenta con su propia vela….
Pero, en mi opinión, el momento actual es muy distinto, pues teníamos planteados números conflictos económicos y sociales en esa incipiente aldea global, y el impacto de la pandemia posiblemente nos haga reconsiderar muchos criterios y costumbres, que entendíamos intrínsecos a nuestro comportamiento vital. Cuestiones de actualidad, como la Sostenibilidad, la Economía Circular, la Industria 4.0, la Transición Energética, el Cambio Climático Antropogénico, etc… tendrán que ser reconsiderados y valorados de nuevo.
Por ejemplo, la paralización de la actividad humana en los países en los que ha sido decretado el estado de alarma, nos permite pensar que el llamado Cambio Climático Antropogénico, puede llegar a ser erradicado, ¿Pero a qué precio?
Sería negligente no ser conscientes de cómo va a reaccionar la población tras este desastre, evaluar las tendencias y nuestro futuro comportamientos social, intentando obtener una enseñanza de nuestra actual y triste situación, y de cómo hemos podido llegar a ella.
Ante el nuevo desafío al que nos enfrentamos: ¿Encontraremos un punto de equilibrio entre sostenibilidad, contaminación atmosférica y cambio climático? Además de también tener en cuenta que, para valorar la tendencia de esos profundos cambios de criterios, valores y actitudes que prevemos, es necesario incluir el impacto de la incipiente sociedad digital existente.
Y ese impacto, como ya decíamos en nuestro artículo anterior, no generará tendencia y cambios paulatinos, sino que, conmocionados por la pandemia, la población actuará de forma rápida y drástica. Un ejemplo de ello ha sido la adaptación al teletrabajo por múltiples empresas, llegando al convencimiento que este método de trabajo puede tener otras ventajas, además de evitar la trasmisión de los virus y enfermedades.
De un día para otro, con una tecnología existente barata y sencilla, muchos puestos de trabajo han cambiado de localización, intentando mantener a la empresa dando el servicio convenido. Y esta adaptación no ha sido dolorosa, ni difícil, pues muchos trabajadores se han adaptado a esta nueva situación sin gran esfuerzo, consiguiendo casi la normalidad del trabajo en su empresa. Es algo que dejará huella, y en la debida proporción, y cuando sea posible, cambiara las costumbres laborales
La condición humana se caracteriza por su capacidad de acomodación al medio y al momento. Somos seres adaptativos, que intentamos conciliarnos con nuestro hábitat, aunque en los últimos cincuenta años, posiblemente hayamos superado los límites admisibles de armonía.
La irrupción de ese nuevo agente patógeno va a acelerar esa capacidad de adaptabilidad, pues ahora somos más conscientes de los problemas que realmente tenemos y de los cambios que verdaderamente son necesarios. En primer lugar, debemos evitar que esta alarma sanitaria pueda volver a producirse, y existen factores de las nuevas tecnologías que pueden ayudar a evitarlo, y que pueden permitir una sociedad más justa, equilibrada y armónica.
Entre los distintos modelos de sociedad digital que se han desarrollado, pienso que nuestro deseo debería de ser que Europa pueda generar un territorio digital que mantenga sus actuales valores democráticos. La opción norteamericana de grandes plataformas digitales, con importante capitalización, dando servicio en todo el mundo, pero con sede en EEUU y tributando solo en ese país, no creo que la quieran compartir los ciudadanos del resto del mundo, y en mi opinión, traiciona la tradición liberal norteamericana.
Tampoco creo que aceptemos voluntariamente el sistema Chino de control policial del individuo, con su escala de reputación social, al que me he referido reiteradamente en estas páginas: Claves para comprender a los defensores de la democracia de extremo oriente I y II
El sistema de Crédito social, que está implantando el Gobierno Chino desde 2014, es un modelo de sociedad digital discriminante, basada en el poder tecnológico del estado. La dictadura comunista ha evolucionado hasta crear las condiciones para instaurar una dictadura digital, junto con una economía capitalista, con plataformas digitales, y una estructura institucional jerarquizada, que gobierna sin oposición política.
Aunque esa sociedad digital, ha respondido ante la catástrofe del Coronavirus de forma efectiva, permitiendo una favorable evolución en poco tiempo, no creo que les satisfaga a los europeos ese régimen policial, que utiliza como excusa y como baremo, la reputación social individual.
Desgraciadamente la historia parece favorecer el autoritarismo, que practica China, y además este país dispone de dinero para exportar e imponer su método coactivo en otros muchos países que compren su tecnología.
¿Y qué ocurrirá? No lo sabemos, pues dependerá del agregado de reacciones individuales, pero el análisis de la posible evolución futura de nuestro mundo, posiblemente lo conozcamos en pocos años.
Decíamos en nuestro escrito anterior que la actual emergencia sanitaria va a tener consecuencias graves, desiguales y duraderas en nuestra sociedad, y especialmente en las familias, y en el trabajo. Tendremos que cambiar algunas cuestiones estructurales: potenciar el campo, potenciar la industria, potenciar las nuevas tecnologías de informática, telecomunicación, inteligencia artificial, robotización, etc… Tendremos que seguir viviendo del turismo, pues ese es el mandato europeo que condicionó nuestra incorporación, pero no con el porcentaje en nuestra economía que ha tenido hasta ahora. Esperemos que los europeos sigan queriendo acudir a nuestras playas y a nuestras ciudades.
Por tanto, se plantea volver a una cierta autarquía, evitando deslocalizar todo lo que pueda hacerse en España, con el fin de no perder puestos de trabajo. Nos hemos dado cuenta, en esta crisis, que no sabemos ya hacer mascarillas, guantes, ropa protectora, y lo tenemos que comprar en China a altos precios, y nuestros enfermos dependen de que el fabricante, o su gobierno, accedan a vendérnoslo ¡Asombroso!
Realmente hemos sido negligentes en nuestra planificación estructural y laboral. Hemos aceptado la deslocalización de la fabricación y la perdida de puestos de trabajo sin el más mínimo control estratégico, y posiblemente sin suficiente lógica. Hemos llegado al contrasentido de participar en la fabricación del Airbus, pero no sabemos fabricar productos carentes de tecnología puntera, como respiradores, intubadores y ropa sanitaria, que apresuradamente tenemos que importar.
Ya se han hecho estimaciones económicas del coste de esta crisis sanitaria. Se sugiere una reducción del PIB del 10%. La crisis financiera del año 2008, genero una caída en 2009 del -3,8%, y tardamos más de ocho años en recuperarnos de aquel golpe. ¿Cuántos años necesitaremos para superar los resultados de la actual crisis?
Y otra consideración, no todos los pueblos son tan solidarios, y menos en época de crisis. Alemania y Holanda, no aceptan que la necesaria financiación de esa nueva deuda que necesitamos, sea financiada con eurobonos. No admiten ser todos solidarios en las deudas que se generarán, y sugieren que se dependa de los fondos presupuestarios europeos, y que cada uno aguante la tormenta con su propia vela….
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850 |